17 de febrero de 2025

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Evangelio del día

Beata Candelaria de San José


Hebreos 11, 1-2.8-19  
Lucas 1, 69-75  

Al atardecer Jesús les dijo: Crucemos a la otra orilla.
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?
Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate!
El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

En el evangelio de Marcos- que nace de una comunidad pagana-, Jesús aparece llevando a los discípulos «a la otra orilla”, es decir, al territorio gentil. De este modo, el evangelista intenta mostrar que fue el propio Maestro quien habría impulsado la apertura al mundo pagano. Las cosas, sin embargo, no debieron ser tan claras, si tenemos en cuentas las tremendas discusiones y conflictos que tuvieron lugar en las primeras décadas de vida de aquellas comunidades, tal como atestiguan las cartas de Pablo y el propio libro de los Hechos de los Apóstoles.
En la misma narración, al aludir al trayecto en barca, el evangelista construye una preciosa catequesis centrada en la confianza, que se apoya en la presencia de Jesús.

La barca es un símbolo de la propia comunidad y, más ampliamente aún, de cada persona, envuelta en diferentes “tormentas” que surgen inesperadamente a lo largo de la existencia, y que con facilidad atemorizan y desestabilizan. La catequesis muestra el miedo como lo opuesto de la fe (confianza). Y además de subrayar la admirable paz de Jesús- ‘dormido sobre el cabezal‘ – invita a poner la seguridad en el poder de su palabra, capaz de silenciar el oleaje.

El mar en la tradición judía es el símbolo del mal, y el viento huracanado ese espíritu del mal que impide que el reino de Dios llegue a los pueblos paganos. ¿Confiamos en nosotros mismos o en Jesús? El relato nos impulsa a confiar en Jesús, dejando claro, que el mal se hace presente cuando dejamos de lado a Jesús. El relato desenmascara nuestra falta de fe, y a la vez nos marca el camino para afrontar el mal: poner en el centro a la persona de Jesús, sus palabras y actitudes.


Te asustas de las dificultades y el miedo que les tienes las aumenta. ¡Vamos! ten valor y confianza, no en ti mismo, sino en Dios. Le pediré que esté contigo y te bendiga.” (Al H. Ivo, 24-11-1852)

Me he hecho tantas preguntas
intentando entender.
Me he lanzado a buscarte
sin saberte ver.
Me he asomado al abismo.
Me he atrevido a saltar y caer.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta,
gritándote: ¿Dónde estás cuando me haces falta?

Y me han dado respuestas,
pero no sé qué hacer.
He prometido seguirte
sin entender.

Y hay un eco en lo hondo
que me empuja hacia ti,
y aunque sea sin sentirte
te buscaré.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta
gritándote: ¿Dónde estás cuando me haces falta?

Estoy aquí en el silencio.
Estoy aquí en este viento.
Estoy aquí, soy este trozo de pan.
Estoy aquí en tu lamento.
Estoy aquí en este eco.
Estoy aquí, soy este trozo de pan.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta
gritándote: ¿Dónde estás cuando me haces falta?

Estoy aquí – (y un huracán)
(romperá el cielo desde mi garganta)
estoy aquí, Estoy aquí (gritándote)
soy este trozo de pan.

Y tu huracán
romperá el cielo desde mi garganta,
gritándome: ¡Cuánto me haces falta!