Efesios 2, 19-22Salmo 18, 2-5
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.Al bajar con ellos se detuvo en una llanura.Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades.Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados.Y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Antes de la elección de los Apóstoles, Jesús se retira solo a la montaña para pasar la noche entera en oración. Era su costumbre, sobre todo cuando estaba ante acontecimientos de consecuencias importantes, lo cual es un ejemplo para nosotros los cristianos, para las comunidades de creyentes. Es importante la acción, la gestión, la organización, pero, más importante que todo eso, es la oración, que es la concentración total en lo que más importa: ser cada cual “uno mismo”, no lo que la sociedad, el dinero, la política o los demás quieren que uno sea.La idea del evangelio de Lucas, al relatar el hecho de la designación de los “Doce” y sus nombres, expresa el convencimiento de la Iglesia naciente, una convicción capital: no puede haber comunidades sin dirigentes, pero estos no se sitúan frente a la comunidad o sobre la comunidad, sino que están en ella, viven con la gente y como vive la gente. No son hombres de estudio, títulos o nombres distinguidos. Ni Jesús pensó en que todos tenían que ser de la misma ideología o tener la misma formación. Lo determinante es que eran “seguidores” de Jesús, que vivieron con Jesús, y como vivió Jesús. En esto, sobre todo en esto último, están las raíces y la clave del apostolado.Ser Apóstol no es básicamente ni esencialmente, un poder, una autoridad. Y menos aún es una dignidad. Ser Apóstol es, antes que nada, ser una persona que reproduce y hace presente hoy lo que fue la vida de Jesús. Por eso, el relato termina haciendo referencia, una vez más, a las curaciones que hacía Jesús, a su interés por los que sufren, a su empeño por remediar las desgracias de los desgraciados. Si los cristianos de hoy somos verdaderamente sucesores de los Apóstoles, tendríamos que distinguirnos por el fiel “seguimiento de Jesús”, en todo, con todos, y siempre.
MÁXIMASer cristiano es vivir como Jesús
El Señor no te podía dar una vocación mayor, pues te ha llamado a continuar la misión que su propio Hijo desempeñó en la tierra: Como él, enseñas, y tus trabajos tienen por objeto la salvación de las almas; ella constituirá tu corona si, como no lo dudo, perseveras hasta el fin. (Al H. Anastasio, 25 de julio de 1845)
Me miraste, me nombraste,me invitaste a seguirte.No comprendo, no lo entiendocómo a mí me preferiste.Ya no es tiempo de pretextos,Vos, Jesús lo conseguiste.Yo te sigo, soy tu amigo,y adonde Vos vayas, voy.Yo quiero ser, Jesús,profeta y misionero.Quiero ser instrumento de tu Paz.Quiero anunciar tu Palabra,dar tu Vida en abundanciay de tu mano por el mundo caminar.Me enviaste,me mandaste a anunciar buenas noticias,me enderezas, me das fuerzas para andarsin que me rinda.Soy cristiano, de tu manoquiero ser luz en tu pueblo;ser consuelo, dar tu aliento,y amar con tu Corazón.