Apocalipsis 20, 1-4. 21,2Salmo 83, 3-8
Jesús les hizo esta comparación: Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Señor, hoy mi oración debe ser distinta. Me hablas en el evangelio de invierno y verano, de muerte y de vida, de higueras secas e higueras con brotes. Lo importante es que tu Reino ya ha llegado y ha llegado a todas las estaciones del año. Tú siempre estás cerca de nosotros. Haz que te sepamos descubrir en todos los acontecimientos de la vida.Me parece que lo más importante que hay que resaltar en este texto de Lucas es: “sepan que el Reino de Dios está cerca». Dios está cerca, mucho más cerca de lo que nosotros pensamos. Y la irrupción de Dios en el mundo y en nuestras vidas es algo tan maravilloso como el paso del invierno a la primavera. En el invierno hay frío, mucho frío; noche, largas noches; muerte, mucha muerte en la naturaleza. No hay flores ni frutos en los árboles; no hay cantos de pájaros. Y esto lo describe muy bien el Cantar de los Cantares, es decir, el paso de la soledad y ausencia del amado, a la primavera de su presencia. “Pues mira, ha pasado el invierno, ha cesado la lluvia y se ha ido. Han aparecido las flores en la tierra; ha llegado el tiempo de la poda, y se oye la voz de la tórtola en nuestra tierra. La higuera ha madurado sus higos, y las vides en flor han esparcido su fragancia. Levántate amada mía, hermosa mía y ven conmigo”. (Cant. 2,11-13). Ello puede servir para describir el paso del invierno de este mundo de egoísmos, de violencias, de frialdad, para dar paso a la bella imagen de la higuera que, con sus hojas tiernas, anuncian el estallido del Reino de Dios, como la llegada de una hermosa primavera.Señor, déjame darte gracias por ser como eres. Estás siempre “más allá”, más allá de nuestros pecados, de nuestras miserias, de nuestros problemas, de nuestras dificultades. Para ti siempre hay una aurora después de la noche, un sol después de la lluvia, una primavera después del invierno, una Resurrección después de la muerte. Nosotros pasamos, pero Tú siempre estás. ¡Gracias, Señor!
MÁXIMAEsperamos en Ti, Señor.
Por la esperanza, nos liberamos de la tiranía de los sentidos y gozamos ya de los bienes invisibles que Dios nos promete; Esta virtud celestial, nos eleva por encima de la tierra, eleva nuestros deseos hasta el cielo. Y si nuestro cuerpo se arrastra aún penosamente en medio de las sombras de este lugar de destierro, por lo menos nuestra alma no la habita; no busca, no gusta de otras delicias que las de la casa del Señor. (Con ocasión de la consagración a la Santísima Virgen)
ORACIÓN POR EL CAPÍTULOSeñor Jesús,somos discípulas y discípulos tuyosque, como Familia Menesianadel Cono Sur,queremos caminar en actitud sinodal,en un clima de constante discernimiento, para descubrir y responder a la invitaciónque nos haces de colaborar contigo, anunciando tu Evangelio.Señor Jesús,conscientes de nuestra fragilidad,ponemos confiados en tus manos,los cinco panes y dos peces que tenemospara que tú, desde tu sensibilidad,los repartas, transformandocorazones, mentes, manos y pies,y saciando el hambre de fraternidad.Señor Jesús,enséñanos tu modo de ser misión,a mirar, como comunidades educativas,compasivamente la realidad,a tejer lazos de corresponsabilidadque nos hagan más hermanas y hermanosde tus predilectos, los pobres.Amén