Números 21, 4-9 o Filipenses 2, 6-11Salmo 77, 1-2. 34-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
La imagen de la serpiente que fue levantada en el desierto por Moisés, e indicada para hacerlo cada vez que el pueblo israelita era atacado por las serpientes del camino en el desierto, era una prefiguración de la cruz de Cristo que siglos más tarde habría de ser levantada con el cuerpo de Jesús clavado en ella. La diferencia es que el estandarte levantado en el desierto sólo beneficiaba a los israelitas de aquel entonces, en tanto que la cruz de Cristo libera de la muerte del pecado a todos los seres humanos de todas las épocas.Escándalo para algunos, vergüenza para otros, la cruz no era entendida por los contemporáneos de Jesús. La idea que se tenía de la divinidad era de poder; los pueblos se creaban «dioses» que proyectaban imagen de poderío para aterrorizar a las demás naciones y a sus propios conciudadanos. Todavía hoy es incomprendida y rechazada por muchos de nosotros. El verdadero Dios, que se había manifestado por los profetas, es revelado plenamente por Jesús: es un Dios de amor. Su amor es tan intenso, que, viendo la condición de pecado del hombre, se encarna haciéndose hombre mediante el envío de su Hijo, no para castigarnos por nuestras malas acciones, sino para liberarnos del pecado.En esa manifestación de amor extremo, el Hijo único de Dios asume voluntariamente la muerte en cruz dándonos de ese modo un ejemplo de entrega y sacrificio que perdura en el tiempo. Por eso la cruz de Cristo no es triste; por ella fuimos salvados y redimidos y por tanto, es liberadora y merece ser exaltada. (Luis Brea Torrrens)
Jesús nos salvó por la cruz
Oh Jesús, cumple en este momento y ante nuestros ojos tu promesa. Tú dijiste: Cuando sea levantado en la cruz, atraeré a todo hacia mí. (Apertura de una misión)
Jesucristo basta – Un Corazón
Nuestros corazones insaciables sonhasta que conocen a su Salvador.Tal y como somos nos amó.Hoy nos acercamos sin temor.Él es el agua que al bebernunca más tendremos sed¡Jesucristo basta!Mi castigo recibióy su herencia me entregó.¡Jesucristo basta!Fuimos alcanzados por su gran amor.Con brazos abiertos nos recibe hoy.Tal y como somos nos amó.Hoy nos acercamos sin temor.Ahora hay un futuro y esperanza fiel.En su amor confiamos, hay descanso en Él.