Apocalipsis 14, 1-5Salmo 23, 1-6
En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo.Vio también una viuda pobre que echaba dos moneditas, y dijo: En verdad les digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.
La viuda ofrece a Dios lo que necesita para vivir, no lo superfluo. Así, en esta última semana del año litúrgico, a la espera del regreso glorioso del Señor Jesús, estamos invitados a darlo todo en nuestra vida, a evitar una actitud minimalista, como ocurre con demasiada frecuencia en nuestras comunidades, que parece que no esperan el regreso del Señor.La viuda sabe bien que lo que da es mínimo, irrisorio frente a las notables ofrendas que se ofrecían al tesoro del Templo. Así también nosotros sabemos que nuestra acción hecha en la lógica del Evangelio, que nos lleva a reconocer el rostro de Dios en el hermano pobre, es poco comparada con la ira y la violencia que asolan este mundo. Un gesto que parece inútil comparado con la lógica mundana del poder y el éxito… Como el niño, frente a la inmensa multitud, ofreciendo una merienda que servirá para multiplicar los panes y el pescado, como la levadura que fermenta la masa, a los discípulos que esperan el regreso del Maestro se les pide la inconsciencia y el atrevimiento del don, la profecía de la esperanza.El tiempo de la Iglesia, a la espera del regreso del Señor Jesús, es el tiempo en el que los discípulos tratan de imitar al Maestro en todo, con sencillez y generosidad, arrojando en el ‘Templo’, allí donde Dios habita, es decir, en la parte más luminosa y preciosa, lo que todos necesitan, aunque aparentemente sea una pequeña cosa, como la moneda de la viuda. También la Iglesia, a la espera de su marido, en la anticipación de su regreso, realiza en la vida cotidiana, aquellos gestos que la acercan al Reino, que cumplen su presencia, que profetizan su cercanía.Vivamos este día en el don de nosotros mismos, de nuestra sonrisa, de nuestra serenidad, seguros que Dios sonríe con benevolencia al ver a sus hijos desafiarlo en concursos de generosidad. Orientados hacia la realeza de Cristo, sembremos semillas del Reino de Dios en nuestros lugares de trabajo estresados, sonrisas llenas de esperanza a los hermanos desconocidos que estamos a punto de encontrarnos en la calle. ¿Gestos inútiles? ¿Cosas Pequeñas? Dejemos que Dios haga su trabajo, por favor. (P. Lino Pedron, Parole nuove)
MÁXIMANada es poco para Dios
Son los hombres que se entregan, en lo secreto, a las obras humildes y escondidas, aquellos cuya salvación es más segura. Han escogido la mejor parte. Dichosos ellos que aman tanto ese ocultamiento. Es a ellos a los que Dios bendice con más alegría y a los que reserva las más grandes gracias: A los humildes da su gracia. (A los sacerdotes de Saint-Méen sobre el abandono en la Providencia)
Dame una fe sencilla,como risa de niños cuando juegan,como gota de rocío que se rueda,como cruz de rústica madera.Dame una fe sencilla,que se siente a la mesa de los pobres,que se alegre de alegrar sus corazonesy que llore también con sus dolores.Una fe así, parecida a ti.Sencilla, como fue a la tierra tu venida,como fueron tus historias campesinas,como fue tu hogar en Palestina.Dame una fe sencillapara curar con esperanza la tristeza,para cantar por el perdón en esta guerra,para avivar el pábilo que humea.Dame una fe sencilla,que no le da espacio a la mentira,que no logra acomodarse a la injusticiay no calla lo que sabe que da vida.Una fe así, parecida a ti.Sencilla, como fue a la tierra tu venida,como fueron tus historias campesinas,como fue tu hogar en Palestina.Sencilla, como tu mirada compasiva,como aquellas aldeas recorridas,como el amor que te llevó a dar la vida,a dar la vida, a dar la vida.
Señor Jesús,somos discípulas y discípulos tuyosque como Familia Menesiana del Cono Sur,queremos caminar en actitud sinodal,en un clima de constante discernimiento, para descubrir y responder a la invitaciónque nos haces de colaborar contigo, anunciando tu Evangelio.Señor Jesús,conscientes de nuestra fragilidad,ponemos confiados en tus manos,los cinco panes y dos peces que tenemospara que tú, desde tu sensibilidad,los repartas, transformandocorazones, mentes, manos y pies,y saciando el hambre de fraternidad.Señor Jesús,enséñanos tu modo de ser misión,a mirar, como comunidades educativas,compasivamente la realidad,a tejer lazos de corresponsabilidadque nos hagan más hermanas y hermanosde tus predilectos, los pobres.Amén