11 de julio de 2025

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Evangelio del día

San Benito de Nursia

Génesis 46, 1-7.28-30
Salmo 36, 3-4.18-19.27-28.39-40

Jesús les dijo: Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes que llegue el Hijo del hombre.

Dios mío, te agradezco que me hables claro, que me digas desde el principio que el ser cristiano no es fácil, conlleva dificultades, persecuciones y, en algún caso, la misma muerte. Nada, por otra parte, que no haya sucedido a Jesús. Y el discípulo no puede ser de mejor condición que el maestro. Pero la causa de Jesús nunca fracasa porque la muerte siempre termina en vida. Señor, que aún en medio de mis dificultades, jamás pierda la esperanza.

Estas palabras del evangelio nos hacen comprender que, en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida. Para acoger verdaderamente a Jesús en nuestra existencia y prolongar la alegría de la Noche Santa, el camino es precisamente el que indica este Evangelio. Es decir, testimoniar a Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir contracorriente y pagar en persona.
Y, si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide, sin embargo, que sea coherente en cada circunstancia con la fe que profesa. Es la coherencia cristiana. Es una gracia que debemos pedir al Señor. Ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir ‘soy cristiano’ y vivir como pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy (Angelus del papa Francisco, 26 de diciembre de 2014).

Señor, me encantan los sueños de los profetas. Son audaces, creadores, alegres, personas llenas de ilusión y de esperanza. Hoy más que nunca necesitamos profetas que anuncien con sus palabras y, sobre todo, con el testimonio de su vida, que un mundo nuevo es posible; que vale la pena luchar por un mundo más humano, más unido, que todavía caben las utopías y aún nos es lícito soñar. ¡Gracias, Señor!


MÁXIMA
Seguir a Jesús no es fácil


Hoy me limito a decirte que evites con el mayor cuidado todo lo que haría inflamar los espíritus o desanimarlos. No puedo entrar en detalles que ignoro; pero lo que tengo claro es que sólo el demonio ha podido suscitar esta tormenta. Espero que no sea de larga duración; así que, paciencia y ánimo: estén seguros de que no los olvido de ninguna manera y que no subo ninguna vez al santo altar sin pedir al buen Dios todas las gracias de luz y de fuerza de las que ustedes tienen necesidad. (Al H. Gerardo, 1º-06-1842)

Te entrego mis manos y mi corazón;
llevar tu mensaje a cada rincón.
Te entrego mis pasos,
yo quiero entregarme a ti, Señor.

Y donde falte amor, yo llegaré.
Sin descansar yo siempre seguiré.
Tu palabra, Señor, es mi fuerza y mi fe.

Miles de historia, una misión.
Tú me has llamado a hablar de tu amor
y compartir tu luz, mi Jesús.
Llevar tu mensaje es nuestra misión.
Tú me has llamado a hablar de tu amor
y compartir tu luz, mi Jesús.
Miles de historias, una misión.

Recibe mi vida, todo es para Ti.
Haz lo que tú quieras, transfórmame así.
Escribe esta historia con letras de amor
en mí, Señor.
Y a donde quieras voy, no pararé.
Si me lo pides hoy, ahí estaré.
Tu palabra, Señor, es mi fuerza y mi fe.