14 de enero de 2025

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Evangelio del día

San Hilario de Poitiers

Hebreos 1, 1-6
Salmo 96, 1-2. 6-7. 9

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando las redes en el lago.
Jesús les dijo: Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

El texto de Marcos es muy escueto: De golpe, después del arresto de Juan, va a Galilea, anuncia el Reino, y en el versículo siguiente tenemos a Jesús llamando a 4 pescadores a quienes promete hacer ‘pescadores de hombres’. Mateo también es muy corto en su relato. En Lucas, en cambio, se ve a Jesús pidiendo una barca a Pedro, predicando y luego diciéndole que eche las redes. Todo un proceso. Es indudable que no debe haber sido tan rápido todo, que no eran la primera vez que se encontraban y que aquellos pescadores lo deben haber escuchado antes varias veces. No era Cafarnaúm un lugar tan grande como para no enterarse.

Jesús va al lugar donde estos hombres trabajan, interactúa con ellos, sabe que no son personas de estudio, ni dechado de virtudes. Podía haber ido a una sinagoga, a una escuela rabínica, a elegir los más avanzados en la comprensión de las Escrituras, pero no, busca pescadores, en una zona de Israel considerada poco pura, por el contacto con el mundo pagano. Los buenos estaban en Jerusalén y sus alrededores. Los mismo hará a la hora de buscarse madre: Se le ocurre mirar un pueblito perdido de Galilea, con mala fama, según Natanael. Y no vayamos a mirar a los otros apóstoles, porque se nos cae la cara. ¡Cómo se le ocurre!

Pero esto es historia ya conocida, frecuente en Dios. Ya en el Antiguo Testamento tenemos el caso de Amós, que dice: “Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de sicómoros. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: «Ve a profetizar a mi pueblo Israel» (7,14) Y Jeremías: “¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, sólo soy un muchacho”. (1,6) Y Moisés queriendo que vaya otro y así tantos. Es que Dios escoge sin fijarse en las apariencias humanas. No importa lo que cada uno pueda hacer, sino lo que él quiera hacer con esa persona. ¿A quién se le hubiera ocurrido hacer del perseguidor Saulo, el apóstol Pablo? ¿O llevar al tarambana Francisco a ser el ‘poverello’ de Asís? ¿A quién si no a Él se le ocurrió llamarnos a nosotros? No por lo bueno que somos, sino por lo bueno que Él quiere hacer en nosotros.


“Segundo Obstáculo: Considerar nuestra vocación y la de nuestros Hermanos como un asunto humano. Olvidar que es Dios quien nos llama y llama igualmente a aquellos que ha destinado a trabajar con nosotros, en esta porción de su viña que nos ha confiado de modo particular, de modo que quedaríamos desconcertados si las esperanzas que habíamos puesto en tal o cual hombre se desvaneciesen”. (S VIII p. 2422)

Después de haber trabajado,
sin nada pescar;
después de haberme cansado,
sin fruto tocar,
Tú llegas, Señor, a mi orilla,
pidiendo mi rumbo cambiar.
Me mandas volver a pescar
en el fondo del mar.

Sólo porque Tú me lo pides,
lo haré sin tardar.
Mis redes al mundo echaré, para poder sacar
a aquellos que lloran en la soledad
del fondo del mundo sin luz.
Me pides que suba a tu barca
y me ponga a pescar.

Sí, sólo porque Tú lo dices.
Sí, en tu nombre las redes echaré
en la parte más onda,
en lo escondido del corazón,
donde quieres hallar a tus hijos
que viven sin Ti.

Señor, quiero serte sincero,
no quiero mentir.
Me alegra saber que me quieres
y vienes por mí.
Pero soy cobarde y muy débil de fe.
A veces me hundo en el mar.
Pero si confías en mí,
yo te seguiré.

Hay tanta tiniebla y dolor
en el fondo del mar.
Tus hombres no quieren creer,
y se sienten muy bien.
Y sufren cansados, sin nada obtener.
Se angustia todo el corazón.
Pero si me envías Señor,
en tu nombre hablaré.