No llama cerca de él más que a los hombres verdaderamente humildes, no quiere ver en torno a él más que a las personas que desconfían de ellas mismas, sencillas, dóciles, siempre dispuestas a creer en su palabra, personas dichosas que no viven más que de obediencia y se alimentan de amor.
No sabían leer en los libros,casi nunca asistían al templo./Que sabían guardar solamentesus cabras y ovejas y mirar al cielo/ (bis)No entendían por qué los rabinos,discutían con rostros tan serios,/mas sabían estar vigilantespasando la noche sin probar el sueño/ (bis)Ay, ay, ay, los pastores,ay, ay, ay, cómo son,los demás son muy sabiosay, ay, ay, ellos no.Ay, ay, ay, los pastores,ay, ay, ay, cómo son,/cuando todos se duermenay, ay, ay, ellos no/ (bis)No se extrañan que Dios ame al hombre,no se extrañan que tome su cuerpo,/no se extrañan de ver madre y virgenellos no se extrañan que todo sea nuevo/ (bis)Se lo cuentan los unos a otros,y a José y a María y al pueblo,/lo propagan por todas las partesporque para todos es el Evangelio/ (bis)Invitados por Dios al banqueteno pensaron llegar los primeros/porque estaban muy acostumbradosen todas las cosas a ser los postreros/ (bis)Se aprendieron el canto celesteY cantándolo siempre vivieron/Paz al hombre a quien Dios ama tantoY a Dios que lo salva la gloria en el cielo/ (bis)
Antífona 1Los pobres pastores, son hombres sencillos y honrados que creen sin dificultad porque no tienen ningún interés en no creer.
Salmo 16Dios, esperanza del inocente perseguido
Señor, escucha mi apelación atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño: emane de ti la sentencia, miren tus ojos la rectitud. Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche, aunque me pruebes al fuego, no encontrarás malicia en mí. Mi boca no ha faltado como suelen los hombres; según tus mandatos, yo me he mantenido en la senda establecida. Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, y no vacilaron mis pasos. Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me asaltan, del enemigo mortal que me cerca. Han cerrado sus entrañas y hablan con boca arrogante; ya me rodean sus pasos, se hacen guiños para derribarme, como un león ávido de presa, como un cachorro agazapado en su escondrijo. Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo, que tu espada me libre del malvado, y tu mano, Señor, de los mortales; mortales de este mundo: sea su lote esta vida; de tu despensa les llenarás el vientre, se saciarán sus hijos y dejarán a sus pequeños lo que sobra. Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Con qué fe viva los pastores le adoran y reconocen en este niño al Padre eterno, el príncipe de la paz, su liberador, su Dios.
Salmo 25Oración confiada del inocente
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Cuando me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. El me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca; y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor. Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Busquen mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación. Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque tengo enemigos. No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan contra mí testigos falsos, que respiran violencia. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
Sigamos a los pastores, llegan a Belén, entremos con ellos en el establo. Cómo me gusta representarme a estos pastores, las manos juntas, de rodillas delante del pesebre. Con qué sencillez expresan su alegría, su reconocimiento, su amor a este Salvador que les ha nacido. Se fijan en él con mirada atenta, le adoran, le bendicen, le piden, le bendicen de nuevo. Son felices con una alegría verdaderamente celeste. Dios mío permítenos unir nuestra voz a la suya para alabarte por todas las maravillas. (Sermón Navidad)
AntífonaVolverán como los pastores dando gloria a Dios y penetrados de un sincero deseo de tomar en todo como modelo a Jesucristo.
Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,gózase mi espíritu en mi Salvador.Él es mi alegría, es mi plenitud,Él es todo para mí.Ha mirado la bajeza de su esclava,muy dichosa me dirán todos los pueblosporque en mí ha hecho grandes maravillasÉl que todo puede, cuyo Nombre es Santo.Su clemencia se derrama por los siglossobre aquellos que le temen y le aman,desplegó el gran poder de su derecha,dispersó a los que piensan que son algo.Derribó a los potentados de sus tronos,elevó a los humildes y a los pobres,los hambrientos se saciaron con sus bienesy alejó de sí, vacíos a los ricos.Acogió a Israel, su humilde siervoacordándose de su misericordia,como había prometido a nuestros padres,a Abraham y descendencia para siempre.
A cada intención respondemos:Buen Pastor, bendice nuestro pastoreo
-. Mira con misericordia la tarea educadora que hacemos a diario.
-. Que las ovejas, que consideramos descarriadas, sean nuestras predilectas.
-. Mira a los papás en la difícil tarea de ser pastores de sus hijos.
-. Acompaña al Papa Francisco en su tarea de pastor universal de la Iglesia.
-. Que seamos pastores según tu corazón, pacientes y humildes.
-. Que seamos pastores con olor a oveja.
Padre Dios, hemos venido a escuchar a Jesucristo, sus palabras han descendido sobre nuestro corazón como un dulce rocío, le renovarán, le vivificarán, y llenos de fuerza y alegría, volvemos como los pastores dándote gloria y penetrados de un sincero deseo de tomar en todo como modelo a Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.