Celo Apostólico II

Prosigan, pues, hijos míos, prosigan con ardor la obra verdaderamente bella que han emprendido desde hace ya tantos años. Aumenten hasta el último día de su vida, su celo, sus esfuerzos y toda su actividad, para hacer reinar entre todos los miembros del Instituto, la mutua concordia de espíritu, y de aumentar en ellos, cada día, el deseo ardiente de promover, sobre todo en estos días de duelo y de amargura, la educación cristiana de los niños pobres. (1 de febrero 1851)

Señor Jesús, te damos gracias
por la sublime vocación que nos has regalado.
Danos tu Espíritu para que pasemos por el mundo
haciendo el bien que tú mismo hiciste.
Que nuestra educación evangelice hoy a todos.
Que instruya a los pobres.
Que dé vista a los ciegos.
Que haga caminar a los débiles y cansados.
Concédenos vivir hoy y siempre de tal forma
que eduquemos a los que nos confías,
abramos los ojos a los niños y a los jóvenes,
sanemos a los enfermos
fortalezcamos a los débiles,
y resucitemos a los que viven sin sentido y lejos de ti.
Que tu presencia en nuestra vida fraterna
nos haga capaces de realizar prodigios
en el orden espiritual para gloria tuya. Amén

Aunque quieran decretar que es imposible,
que es mejor que de una vez nos resignemos,
has grabado en nuestros huesos tu esperanza
la que alumbra cuando viene anocheciendo.

Cada día nos rescata de la noche
al empeño cotidiano renacemos
decidimos abrazar tus utopías
y volvemos a porfiar en nuestro intento.

Hoy volvemos a creer en tu Promesa
queremos andar contigo Nazareno
en el corazón nos canta la alegría
de que somos arte y parte de lo nuevo.

Tu Palabra, el pan, el vino y esta mesa
ese fuego inextinguible de tus sueños
los llevamos en el cuerpo y en la sangre
contraseña de que somos compañeros.

Por ahora sólo somos viento y barro
y no hay Dios que nos condene a ser perfectos
cada barro toma el color de su tierra
y no hay quien pueda ponerle rienda al viento.

Y la muerte no es la última palabra
bien adentro de nosotros lo sabemos
antes y después de ella está la vida
el amor en el final y en el comienzo.

Antífona 1
La caridad, el celo por la salvación de las almas es su misión y su vida, su principio y su fin.

Salmo 105
Bondad de Dios e infidelidad del pueblo

Den gracias al Señor porque es bueno, 
porque es eterna su misericordia. 

¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, 
pregonar toda su alabanza? 
Dichosos los que respeten el derecho 
y practican siempre la justicia. 

Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, 
visítame con tu salvación: 
para que vea la dicha de tus escogidos, 
y me alegre con la alegría de tu pueblo, 
y me gloríe con tu herencia. 

Hemos pecado con nuestros padres, 
hemos cometido maldades e iniquidades. 
Nuestros padres en Egipto 
no comprendieron tus maravillas; 

no se acordaron de tu abundante misericordia, 
se rebelaron contra el Altísimo en el mar Rojo, 
pero Dios los salvó por amor de su nombre, 
para manifestar su poder. 

Increpó al mar Rojo, y se secó, 
los condujo por el abismo como por tierra firme; 
los salvó de la mano del adversario, 
los rescató del puño del enemigo; 

las aguas cubrieron a los atacantes, 
y ni uno sólo se salvó: 
entonces creyeron sus palabras, 
cantaron su alabanza. 

Bien pronto olvidaron sus obras, 
y no se fiaron de sus planes: 
ardían de avidez en el desierto 
y tentaron a Dios en la estepa. 
Él les concedió lo que pedían, 
pero les mandó un cólico por su gula. 

Envidiaron a Moisés en el campamento, 
y a Aarón, el consagrado al Señor: 
se abrió la tierra y se tragó a Datán, 
se cerró sobre Abirón y sus secuaces; 
un fuego abrasó a su banda, 
una llama consumió a los malvados. 

En Horeb se hicieron un becerro, 
adoraron un ídolo de fundición; 
cambiaron su gloria por la imagen 
de un toro que come hierba. 

Se olvidaron de Dios, su salvador, 
que había hecho prodigios en Egipto, 
maravillas en el país de Cam, 
portentos junto al mar Rojo. 

Dios hablaba ya de aniquilarlos; 
pero Moisés, su elegido, 
se puso en la brecha frente a Él, 
para apartar su cólera del exterminio. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
La caridad, el celo por la salvación de las almas es su misión y su vida, su principio y su fin.


Antífona 2
Estate más que nunca lleno de celo para avanzar en la virtud, sobre todo, afiánzate cada vez más en la humildad.

Salmo 105 II
Bondad de Dios e infidelidad del pueblo

Despreciaron una tierra envidiable, 
no creyeron en su palabra; 
murmuraban en las tiendas, 
no escucharon la voz del Señor. 

El alzó la mano y juró 
que los haría morir en el desierto, 
que dispersaría su estirpe por las naciones 
y los aventaría por los países. 

Se acoplaron con Baal Fegor, 
comieron de los sacrificios a dioses muertos; 
provocaron a Dios con sus perversiones, 
y los asaltó una plaga; 

pero Finés se levantó e hizo justicia, 
y la plaga cesó; 
y se le apuntó a su favor 
por generación sin término. 

Lo irritaron junto a las aguas de Meribá, 
Moisés tuvo que sufrir por culpa de ellos; 
le habían amargado el alma, 
y desvariaron sus labios. 

adoraron sus ídolos 
y cayeron en sus lazos; 
inmolaron a los demonios 
sus hijos y sus hijas; 

derramaron la sangre inocente 
y profanaron la tierra ensangrentándola; 
se mancharon con sus acciones 
y se prostituyeron con sus maldades. 

La ira del Señor se encendió contra su pueblo, 
y aborreció su heredad; 
los entregó en manos de gentiles, 
y sus adversarios los sometieron; 
sus enemigos los tiranizaban 
y los doblegaron bajo su poder. 

Cuántas veces los libró; 
mas ellos, obstinados en su actitud, 
perecían por sus culpas; 
pero él miró su angustia, 
y escuchó sus gritos. 

Recordando su pacto con ellos, 
se arrepintió con inmensa misericordia; 
hizo que movieran a compasión 
a los que habían deportado. 

Sálvanos, Señor, Dios nuestro, 
reúnenos de entre los gentiles: 
daremos gracias a su santo nombre, 
y alabarte será nuestra gloria. 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
desde siempre y por siempre. 
Y todo el pueblo diga: ¡Amén!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2
Estate más que nunca lleno de celo para avanzar en la virtud, sobre todo, afiánzate cada vez más en la humildad.


Debemos tener espíritu de celo, no un celo tibio y lánguido, tan común hoy, sino un celo ardiente que no se cansa ni agota nunca, para el que las penas no son nada, ni la fatiga, ni los sacrificios de cualquier especie, para el que todo es bueno, todo lo que contribuye a la gloria de Dios le anima y le alegra.
No tengo necesidad de exhortarles a que pidan este celo apostólico que les hará repetir sin cesar en el fondo de su corazón estas hermosas palabras de Jesucristo: ‘vine a traer fuego sobre la tierra’.
Pero debemos hacer una observación: el celo, a menudo, se confunde con una especie de envidia por el bien que no hacemos y en un amor exclusivo por el bien que hacemos. Es la desolación de la Iglesia, y muy a menudo las mismas congregaciones no se libran de ello” (Espíritu de la Congregación)

Antífona
Es absolutamente necesario que hombres de celo vengan en socorro de estos pobres niños

Bendito seas, Señor,
que nos convocas a tu mesa,
a todos sin distinción
de riqueza o de pobreza,
bendito seas por no querer
a ninguno fuera,
por cuidar y amar a quien
no quiere sentarse en ella.

Bendito seas, Señor,
misterio de luz y vida,
que tocas la oscuridad
e iluminas cada día.
Bendito sea tu nombre
que «re-crea» la justicia
enalteciendo al humilde
y ensalzando a quien «no brilla».

Bendito seas, Señor,
diré siempre bien tu nombre,
porque nunca abarcaré
el inmenso amor que esconde.
Bendito seas, Señor,
de los pequeños y humildes.
Bendito sea tu amor
que engrandece y hace libre.

Bendito seas, Señor,
por todo lo recibido,
bendito seas por todo
lo que hemos compartido,
por mostrarnos con tu vida
que «perder» es un camino
para encontrarse a sí mismo,
y a la vez, crecer contigo

Antífona
Es absolutamente necesario que hombres de celo vengan en socorro de estos pobres niños

A cada intención respondemos:

Señor, acrecienta nuestro celo por servirte

-. Que nunca perdamos la pasión por servir al Señor Jesús en los niños y jóvenes que nos son confiados
-. Que el celo que animó la decisión de entregar la vida por Jesucristo siga vivo
-. Que la Familia Menesiana siga respondiendo con celo y amor a las demandas que el mundo de la educación le plantea
-. Que todos y cada uno celebremos los gestos de entrega y de celo que percibimos en el entorno.
-. Que tengamos un corazón católico capaz de alegrarse con los éxitos de los demás
-. Que nunca perdamos de vista la razón de nuestra entrega, Jesucristo y Jesucristo crucificado.

Padre Dios, el celo por la salvación de las almas es nuestra misión y nuestra vida, nuestro principio y nuestro fin. Todo lo demás, incluida la ciencia, no es para nosotros más que añadidura, son medios que no debemos descuidar, pero medios secundarios y subordinados a nuestro grande y supremo fin. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.