Santa Eulalia

Génesis 2, 4-9. 15-17
Salmo 103, 1-2. 27-30

Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola. Él les dijo: ¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo, porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados? Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre.

Los escribas y los fariseos, en tiempos de nuestro Señor, se cuidaban de limpiar meticulosamente los platos, las jarras y las ollas, y de lavarse las manos con grandísimo esmero antes de las comidas, pensando que así eran más puros. Pero ésa era una pureza meramente legal, externa, de fachada, que no llegaba al corazón ni a la conciencia de las personas. A esos comportamientos y a otros gestos externos y de pura apariencia se le ha dado el nombre de «fariseísmo». Y nuestro Señor retrató perfectamente a estos pobres individuos en las diatribas que tuvo que dirigirles, llamándolos «sepulcros blanqueados y raza de víboras»: por fuera, muy blancos y limpiecitos, pero por dentro eran un montón de huesos, de podredumbre, de odio y de intriga.

Tal vez el peor vicio de los fariseos, junto con la soberbia, era su hipocresía: creerse santos y perfectos a los ojos de Dios sólo porque observaban la Ley con escrupulosidad, hasta los detalles más banales, mientras descuidaban la justicia, la caridad y la misericordia. Y en su aparente santidad, buscaban sólo el aplauso y la aprobación de los hombres, mientras que cometían toda clase de abusos y de fraudes, amparados en su cargo y en su clase social. ¡Máscaras vacías! ¿Sabías tú que la palabra «hipócrita» es una palabra griega? Y significa, ni más ni menos, artista, actor, payaso, máscara de teatro. O sea, puras apariencias, bajo las cuales se esconde la verdadera identidad de la persona…

Esto es el fariseísmo. A esto llamamos hipocresía. ¡Pobres los seres humanos que viven en este terrible engaño, en esta mentira, tratando de aparentar algo y siendo otra cosa, o siendo casi nada! Nuestro Señor llamó al diablo «padre de la mentira y homicida», diametralmente opuesto a Él, que se autodenominó «el Camino, la Verdad y la Vida». (P

¿Quiénes se escandalizaban a causa de los enfermos que curaba el día del sábado? Los escribas y los fariseos. ¿Quiénes lo interrogaban insidiosamente y le tendían trampas para condenarlo? Los escribas y los fariseos. ¿Quiénes decían de él: está poseído? ¿Quiénes lo llamaban hombre de gula y amante de la buena vida? Los escribas y los fariseos. ¿Quiénes lo trataban de sedicioso y blasfemo? ¿Quiénes se confabularon para darle muerte? ¿Quiénes lo crucificaron en el Calvario, entre dos salteadores de caminos? Los escribas y los fariseos, los doctores de la ley, el rey Herodes y sus cortesanos, el gobernador romano y los príncipes de los sacerdotes. Su astucia hipócrita engañó al mismo pueblo. Los instaron a pedir la muerte de aquél que los había alimentado en el desierto con siete panes, que devolvía la salud a los enfermos, la vista a los ciegos, el oído a los sordos, y el uso de sus miembros a los paralíticos. (Palabras de un creyente XXVII)

Pon tu celular en modo amigo,
en modo amor, en modo hermano,
en modo hijo.
Si no quieres quedar sin batería
pon tu celular en modo vida.

¿Qué tal si nos sentamos a charlar?
¿Qué tal si nos comemos un helado
y emprendemos la titánica misión
de mirarnos a los ojos y encontrarnos?

Qué tal si me reemplazas ese beso
que me mandaste en un emoticón,
que si es de carne y hueso, entonces esos
corazones en los ojos, tendré yo..

Vamos a hacer una revolución
humilde, aparentemente tonta.
Seamos cavernícolas un rato
caminando simplemente
de la mano.

Y sea tu mirada mi señal
y tu compañía mi recarga.
Sea el sonido de tambor
de tu noble corazón,
mi ringtone.