2ª Corintios 3, 15-4, 1.3-6 Salmo 84, 9ab.10-14
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: «No matarás», y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.Pero yo les digo que todo aquél que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
A los que están heridos por divisiones históricas, les resulta difícil aceptar que los exhortemos al perdón y la reconciliación, ya que interpretan que ignoramos su dolor, o que pretendemos hacerles perder la memoria y los ideales. Pero si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae.Por ello me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor.¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! Sí, ¡en contra de todo!A cada uno de nosotros se dirige la exhortación paulina: “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien”. Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!”Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: “Señor yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella”. Rezar por aquél con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador.¡Hagámoslo hoy! ¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno! (Papa Francisco)
MÁXIMANo nos cansemos de hacer el bien
El relato que me hacen de todo el bien que se realiza en nuestras escuelas me llena de una dulce alegría, es para nosotros un nuevo motivo para esperar que esta obra crecerá como el grano de mostaza del evangelio, que se convirtió en un gran árbol. Pero es necesario un poco de paciencia y saber esperar los momentos de Dios. (ATC III p. 247)
Nada soy, nada soysi no tengo amor,si no tengo tu amor.Aunque gaste mi tiempo o cruce desierto por los demás.Aunque mueva montañas y lenguas extrañas pudiera yo hablar.Aunque diera mis bienes, acoja al que viene de otro lugar.Aunque cuide al enfermo, de pan al hambriento y al preso la libertad.Aunque consuele al triste, corrija despistes y pueda sanar.Aunque siempre perdone y todos mis dones pueda regalar.