Génesis 16, 1-2.15-16 o bien 16, 6b-12.15-16Salmo 105, 1-5
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’ Entonces yo les manifestaré: Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal.Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande.Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.
Jesús es un gran pedagogo, por eso muchas veces habla en parábolas. A través de ellas, de manera sencilla y gráfica, nos dice verdades muy serias y profundas. El mensaje central de este pequeño relato, viene a decir que todo lo que Jesús nos ha presentado en ese hermoso discurso, que hemos leído estos días, no es simplemente para ser escuchado y admirado, sino para ser vivido, para ser practicado.En el lenguaje bíblico, escuchar y hacer están íntimamente unidos. Es lo que la Biblia entiende por obediencia. Obedecer es hacer lo que se me dice; en este caso, hacer lo que Jesús nos ha dicho: vivir con la confianza puesta en Dios, perdonar, tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros… Esta es la auténtica «práctica religiosa», no tanto una serie de ritos, sino practicar el amor… Porque, no olvidemos, el amor no es un sentimiento, son obras.Vivir desde la escucha de la Palabra y practicarla, hace que nuestra vida sea como aquella casa construida sobre roca. Vendrán los problemas, las dificultades, las incomprensiones, tantas cosas que trae la vida, pero nos mantendremos firmes, porque nuestra vida está cimentada en Dios, en esa firme y serena certeza de sabernos en sus manos, y habremos hecho del amor no una cuestión de simpatías o antipatías, sino una decisión, la decisión de amar como somos amados. (Jacqueline Rivas, Hésed)
MÁXIMAConstruye tu vida sobre roca firme
Dichosos los hombres animados de este espíritu… Saborean todas sus palabras, no dejan escapar ninguna, las recuerdan en su corazón, hacen de ellas su alimento y su fuerza y no quieren saber nada ni escuchar nada después de haber visto y escuchado a Jesucristo, salvación de Israel” (S 70 E 107)
Un hombre quiso edificaren una playa junto al mar.Piedras acarreó, muros construyóy en la blanda playa su casita levantó.Llegó la lluvia y el temporal,vinieron grandes olas del mar,el agua salió, la playa inundó,se llevó la casa,y aquel hombre fracasó.Si construimos nuestra vida sin Diosnuestra casita se va a destruir.Jesús es roca firme y segura.En él sin miedo podremos vivir.Un hombre sabio fue a construirsobre una roca que había allí.Y le dijo a Dios: Yo soy tu albañily tú el arquitecto que me debe dirigir.Vino la lluvia y el vendaval,vino el torrente con su caudal.Por más que empujócon mucho furor,la roca de Cristo, los embates soportó.Si construimos nuestra vida sin Diosnuestra casita se va a destruir.Jesús es roca firme y segura,en él sin miedo podremos vivir.