Jesús dijo a sus discípulos:Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños.Por lo tanto, ¡tengan cuidado!Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento», perdónalo.Los Apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe.Él respondió: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: Arráncate de raíz y plántate en el mar, ella les obedecería.
En este Evangelio Jesús nos trae dos enseñanzas para tener en cuenta si queremos ser sus amigos: * cuidado con ocasionar escándalos,* perdonen siempre a quienes están arrepentidos. Y ante estas palabras los apóstoles le piden: “Señor, auméntanos la fe”. ¿Por qué? Porque saben que sin fe no tendrán fuerza para actuar como Jesús les está enseñando.Ahora nos toca preguntarnos: ¿Cuál es la medida de nuestra fe? ¿Está nuestra fe guiada por la prudencia y el amor que nos invitan a no escandalizar, no crear discordias, a buscar la paz promoviendo el trato fraternal, a callar si no es necesario el comentario y puede herir a otro?¿Está nuestra fe basada en el perdón de corazón? ¿Es capaz de aceptar el arrepentimiento sincero de quienes nos ofenden? ¿Busca disculpar a quien se equivocó en su actuar?¿Es nuestra fe capaz de mirar al otro con amor y compasión, y perdonar como Dios nos perdona?¿Está mi fe sostenida por el amor a Jesús? ¿Es roca firme confiada en las palabras del Evangelio?La medida de nuestra fe está relacionada con la medida de nuestro amor a Dios en el prójimo. Y si sabemos actuar con misericordia seguro, cuando pidamos a Dios confiados, Él nos dará lo que necesitamos. Pedir con fe es saber que Dios nos escucha y lo imposible se vuelve posible.Aumentar nuestra fe es aumentar el deseo que Dios nos permita ser cada día más parecidos a Jesús en nuestra oración, confianza y acción.
Sé un hombre de fe y todos los pensamientos que te agitan tan penosamente desaparecerán, gozarás de paz y afianzarás cada vez más en tu santa vocación. (Carta al H. Edmond-Marie, 9 de mayo de 1853)
Pruebas de tu amorme diste, oh Señor.Toma, toma Tú mis manos.Caminar contigoquiero hoy, Señor.Señor, me falta la fe.¿A quién le debo pedir?Yo le pido a Jesucristoque me dé su graciay su bendición.Ayúdame, Señor,a hacer tu voluntad.Toma, toma Tú mi vida.Alabarte siemprequiero hoy, Señor.