Jesús dijo a sus discípulos:Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: ven pronto y siéntate a la mesa? ¿No le dirá más bien: prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.
Este Evangelio nos invita a una profunda reflexión sobre nuestra actitud al servir. En un mundo que glorifica el reconocimiento y el éxito personal, esta parábola nos recuerda que el verdadero propósito de nuestras acciones debe estar en cumplir con lo que Dios nos ha encomendado, sin esperar nada a cambio.La humildad es un valor central en la vida cristiana. Al reconocer que somos “siervos inútiles”, nos liberamos del peso de la búsqueda de reconocimiento y nos enfocamos en lo que realmente importa: nuestra relación con Dios y el amor hacia los demás. Este llamado al servicio debe manifestarse en nuestras vidas diarias, ya sea en nuestras familias y en nuestras comunidades.Al aplicar esta enseñanza, podemos preguntarnos: ¿estamos sirviendo a Dios y a los demás con un corazón humilde? ¿Buscamos el reconocimiento o estamos dispuestos a servir en la sombra, sabiendo que cada acción cuenta en el Reino de Dios?
Tomemos, pues, esta resolución sincera, eficaz, inquebrantable de entregarnos siempre al servicio del único maestro, que es eterno y que no está sujeto a ningún cambio; al servicio de este gran Dios que es el principio, la fuente y la plenitud de todo bien. No estamos en la tierra más que para conocerlo, amarlo y servirlo como Él merece ser amado, con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, para poder adquirir así la vida eterna. Amémoslo, seamos totalmente para Él en el tiempo y Él será todo para nosotros en la eternidad”. (Reflexión sobre el fin del hombre)
Amaneció,el sol calienta el rocío,el agua deja la fuente,riega la tierra y se va.Sopla el viento a la florinvitando a que comparta su color,y la tierra la recibe.Y ahora te toca a vos.Ser hermano, ser amigo,compañero de camino,ser el padre, ser la madrede ese solque te invita cada díaa ser mejor,al servicio de la vida.Hay manos que sostienen con amormanos que acarician el dolor,manos que se tienden para dar,manos que te hacen caminar,personas que sabenque ese vino erasimplemente aguay Jesús la transformó.Y ahora te toca a vos…El mar necesita de los ríos,la vida necesita de nosotros.Y aquel dispuesto a todo,también tuvo que aprender,también tuvo que dejaraunque no lo pueda comprenderque su maestro le lave los pies.Y ahora te toca a vos…