19 de julio de 2025

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Evangelio del día

San Arsenio

Éxodo 12, 37-42
Salmo 135, 1. 23-24

Los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: “Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre».

Los fariseos que presenta aquí el evangelio son consecuentes con su religión: si Jesús quebranta la Ley religiosa, hay que matarlo. Al tomar semejante decisión, no hacían sino ser consecuentes, hasta el final, con sus creencias. He aquí el peligro que entraña, a veces, las religiones. Y si no llegan a matar, es frecuente que lleguen a humillar y someter a las personas hasta el extremo de hacerles la vida insoportable.

El contraste de la vida de los fariseos es la vida de Jesús, que es la otra forma de entender y vivir la religión. Para explicar lo que fue y como fue la vida de Jesús, Mateo echa mano de una cita del profeta Isaías (Is 42,1-4). La cita es tan extensa porque Mateo vio en ella un excelente resumen de lo que fue la vida de Jesús, la religión de Jesús, que describe el contraste más fuerte con la religión de los fariseos.

Según Is 42,1-4, Jesús es, no el “siervo”, sino el “hijo pequeño” (país) del Padre. La misión que el Padre le encomendó fue “anunciar el derecho a las naciones” del mundo. El problema está en la palabra “derecho”. El texto griego utiliza el término “krisis”, que no significa derecho, sino juicio. Pero en Is 42,1-4, el profeta se refiere efectivamente al juicio divino, pero no un juicio de desgracia, sino un juicio de salvación. Por tanto, este evangelio dice que Jesús vino a traer, no ya el derecho, sino la realización del derecho, que es la salvación, para todos, no sólo para los elegidos, sino para todas las naciones. Y eso lo hizo, no a base de imponerse y dominar, sino todo lo contrario, a fuerza de callar, no enfrentarse a nadie, de aprovechar todo lo aprovechable. Es la bondad y la humanidad sin fisuras. Así es la vida y la religión de Jesús.


No sabríamos tomar demasiadas precauciones para no acabar de romper la caña ya cascada, para no apagar la mecha que humea todavía. M 17 –18)

Señor de los afligidos,
salvador de pecadores,
mientras aquellos señores
de solemnes encintados,
llevan al templo sus dones,
con larga cara de honrados.
Ay cómo me gusta escucharte
cuando les dices:
‘la viuda, con su moneda chiquita
ha dado más que vosotros,
porque ha entregado su vida’.

Señor de las Magdalenas,
pastor de samaritanos,
buscador de perlas finas
perdidas en los pantanos,
cómo te quedas mirando
con infinita tristeza
al joven que te buscaba
y cabizbajo se aleja,
por quedar con su dinero.
¡Ay, qué difícil que pase
por esta aguja un camello!

Amigo de los humildes,
confidente de los niños,
entre rudos pescadores
escoges a tus ministros;
parece que todo fuera
en tu Evangelio sorpresa;
Dices: ‘felices los mansos
y los que sufren pobreza;
bendito son los que lloran,
los sedientos de justicia,
dichosos cuando os maldigan’.

‘Es hijo de los demonios’,
los fariseos decían,
‘se mezcla con los leprosos
y con mujeres perdidas,
el sábado no respeta.
¿Dónde vamos a parar
si ha decidido sanar
a toda clase de gente?
¡Es un hombre subversivo!
Ante tanta confusión
yo me quedo con lo antiguo.

Ellos miraban al cielo
y Tú mirabas al hombre,
cuando apartado en el monte
te entregabas a la oración;
sólo buscabas a Dios,
a tu Padre Santo y justo;
en el secreto nombrabas,
para que Tú los sanaras,
al hombre uno por uno,
y lo que el barro manchaba
tus ojos lo hicieron puro.