2ª Timoteo 4, 10-17Salmo 144, 10-13. 17-18
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.Y les dijo: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa! Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: El Reino de Dios está cerca de ustedes.
Estos setenta y dos discípulos, que Jesús envía delante de Él, ¿quiénes son? ¿A quién representan? Si los Doce son los Apóstoles, y por lo tanto representan también a los obispos, sus sucesores, estos setenta y dos pueden representar a los demás ministros ordenados, presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar en los demás ministerios en la Iglesia, en los catequistas, los fieles laicos que se comprometen en las misiones parroquiales, en quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca. Todos deben ser misioneros, todos pueden escuchar la llamada de Jesús y seguir adelante y anunciar el Reino. (S.S. Francisco, 7 de julio de 2013)San Lucas fue compañero de San Pablo en sus viajes apostólicos, como él mismo escribió en los Hechos de los apóstoles. En el evangelio de hoy, Cristo manda a sus discípulos de dos en dos a predicar el mensaje del Reino de Dios. Dios nos ha hecho por tanto sus evangelizadores, los mensajeros de la Buena Nueva que Cristo ha traído a este mundo. Para tal misión Dios ha querido elegir en este mundo a unas personas para que anuncien su palabra y, con su ejemplo, den testimonio de la venida de Cristo. Seguro que yo también soy una de esas personas elegidas por Dios.Ahora bien, Dios nos advierte que nos manda en medio de lobos, porque el mundo en el que nos toca vivir y predicar la palabra de Dios, muchas veces se cierra al mensaje cristiano de la verdad y del amor. Anunciemos por tanto, la paz que Dios ha venido a traernos hace más de 2000 años, pero que nosotros hemos de renovar todos los días; conseguir que todas las personas que nos rodean sientan en sí la redención que nos ha traído Cristo en el misterio de la Encarnación. San Lucas, modelo de entrega a la predicación del Evangelio hasta la muerte, sea quien nos ayude a llevar a todas las almas al conocimiento de Cristo, para conseguir la paz de nuestras almas.
Vayan a anunciar el Reino
Ámalos en N. S. y no ahorres nada para inspirarles su amor (niños negros). ¡Oh! ¡Cuan queridos te deben ser! ¡Qué felicidad para ti haber sido llamado a ser su padre y su apóstol! Esfuérzate en hacerte digno cada vez más de tan bella y santa misión. (Al H. Émeric, 24-11-44)
¿Cómo invocarán a aquelen quién no han creído?¿Y cómo creerán en aquelde quien no han oído?¿Y cómo oirán si no hayquien les predique?¿Quién les predicará si no hayquien los envíe?Cuán hermosos son los piesde los que anuncian la paz,los que llevan Buenas Nuevas.