Romanos 4, 20-25Lucas 1, 69-75 (Salmo)
Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia. Jesús le respondió: Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?Después les dijo: Cuídense de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.Les dijo entonces una parábola:Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo «¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha». Después pensó: «Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida». Pero Dios le dijo: «Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?»Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.
De todos los evangelistas, es Lucas, sin duda, quien con mayor fuerza denuncia la codicia y la indiferencia hacia el pobre. Es lo que aparece en la parábola de rico y el pobre Lázaro (Lc 16, 19-31) y en esta que leemos hoy: ambas son exclusivas de Lucas. Podría decirse que todo el mensaje podría sintetizarse en algo así como: El error consiste en ‘amasar riquezas para sí y no ser rico ante Dios’.¿Cuándo acertamos y cuándo nos perdemos en el error? Siempre que nos tomamos por lo que no somos y vivimos ajenos a lo que somos. Vivir “para sí” significa centrarse tanto en el “yo” que al absolutizarlo nos mete en una ficción que nos separa de la realidad. De este modo me convierto en una marioneta de ese “yo”, que acaba siendo un manojo de miedos y de necesidades, que moverán mi existencia a su antojo.“Vivir para Dios”, “ser rico ante Dios”, es saberse uno con la Fuente de la vida, con el misterio de lo que es, con la consciencia una que se despliega en cada forma, con el Espíritu que alienta todo. Significa haber vivido la “casa común” y vivirse en ella, donde cabemos todos, todos somos importantes, hermanos, y donde no dejamos a nadie fuera.¿Desde dónde vivo habitualmente?
Busquemos las riquezas de Dios
Hijos míos, sentimientos muy diferentes animan a la mayoría de los cristianos de hoy: el desapego del mundo y sus placeres, el deseo de bienes celestiales, la sencillez, la modestia, la obediencia, la humildad, se ven como las austeras y rígidas virtudes de un tiempo que nuestra razón no había iluminado. Sólo a los hombres poderosos y ricos se los llama felices. Y sólo a los hombres que trabajan para trepar a cualquier precio, se los considera sabios y se los estima, mientras que se mira con lástima a aquéllos que, poniendo la salvación por encima de todo, usan las cosas de este mundo como si no las usaran y tienen puestas en el cielo todas sus esperanzas. Lo sé, en todo momento ha habido errores y desórdenes; nunca, sin embargo, se ha visto algo como lo que vemos; nunca el amor al oro y a los placeres corrompieron las conciencias hasta el punto en que están hoy. (S. VII, p. 2014-42)
Aprovechaque tenemos el regalo de la vida;que un «te quiero» está a tiempo todavía;que hay «perdónames» que curan las heridas.Aprovechaque tus ojos son capaces de un «te amo»;que tus manos pueden dar un buen abrazoy tus pasos pueden ir en busca de tu hermano.Aprovechaque puedes dar amor con tus palabrasy una flor avivar antiguas llamas,antiguas llamas.Porque la lluvia acarició tu madrugada,porque de nuevo Dios a la puerta te llama;porque no sabes lo que pasará mañana,aprovecha para amar.Aprovechaque las cosas importantes son tan simples;que jugar con tus pequeños es posible;que decirles que los amas los define.Aprovechaese pudor del hastío de los días.Desempolva viejas alegríastan sencillasPorque la lluvia acarició tu madrugada,porque de nuevo Dios a la puerta te llama,porque no sabes lo que pasará mañana,aprovecha para amar.Porque aún no se rompió el cordón de plata,porque el orgullo no ha acabado con el alma,porque seguimos en la escuela de la gracia,aprovecha para amar.