Deuteronomio 18, 15-20Salmo 94, 1-2.6-91ª Corintios 7, 32-35
Un día entraron en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre.Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Después de la elección de los primeros cuatro discípulos Jesús entra en Cafarnaúm, lugar de referencia para la nueva comunidad, y el sábado va a la sinagoga como buen judío que es. La intención de Marcos es que la gente se haga la pregunta clave: ¿Quién es Jesús? Lo que acabamos de leer y todo lo que sigue en este evangelio, será la respuesta a la pregunta: ¿Quién es Jesús?Jesús viene para derrotar al mal y llevar a cabo la salvación. Y comienza este proceso con su ministerio de enseñanza/ liberación en esta sinagoga. Su enseñanza y liberación constituyen la obra de salvación. Su autoridad para liberar/ sanar/ curar confirma y refuerza su ministerio de enseñanza. Signo y palabra se reclaman mutuamente para que ninguno de los dos se pervierta.Dice Pagola: “El episodio es sorprendente y sobrecogedor. Todo ocurre en la sinagoga, el lugar donde se enseña oficialmente la Ley, tal como es interpretada por los maestros autorizados. Sucede en sábado, el día en que los judíos observantes se reúnen para escuchar el comentario de sus dirigentes. Es en este marco donde Jesús comienza por vez primera a enseñar.Nada se dice del contenido de sus palabras. No es eso lo que aquí interesa, sino el impacto que produce su intervención. Jesús provoca asombro y admiración. La gente capta en él algo especial que no encuentra en sus maestros religiosos: Jesús no enseña como los escribas, sino con autoridad. Los letrados enseñan en nombre de la institución. Se atienen a las tradiciones. Citan una y otra vez a maestros ilustres del pasado. Su autoridad proviene de su función de interpretar oficialmente la Ley. La autoridad de Jesús es diferente. No viene de la institución. No se basa en la tradición. Tiene otra fuente. Está lleno del Espíritu vivificador de Dios.Lo van a poder comprobar enseguida. De forma inesperada, un poseído interrumpe a gritos su enseñanza. No la puede soportar. Está aterrorizado: ¿Has venido a acabar con nosotros? Aquel hombre se sentía bien al escuchar la enseñanza de los escribas. ¿Por qué se siente ahora amenazado? Jesús no viene a destruir a nadie. Precisamente su autoridad está en dar vida a las personas. Su enseñanza humaniza y libera de esclavitudes. Sus palabras invitan a confiar en Dios. Su mensaje es la mejor noticia que puede escuchar aquel hombre atormentado interiormente. Cuando Jesús lo cura, la gente exclama: este enseñar con autoridad es nuevo.No somos escribas, sino discípulos de Jesús. Hemos de comunicar su mensaje, no nuestras tradiciones. Hemos de enseñar curando la vida, no adoctrinando las mentes. Hemos de anunciar su Espíritu, no nuestras teologías”.La escuela menesiana está llamada a ser un espacio de liberación y no de comodidad para el opresor. El opresor no tiene lugar en la escuela menesiana. Una escuela que libera, sana, pone en pie, da identidad, es una escuela que responde a las intuiciones iniciales de los Fundadores, porque llega a los últimos y es una propuesta alternativa. Con el opresor y con mal no se dialoga. Jesús es cortante con él. Le ordena callarse y salir. Sigamos la estrategia de Jesús, es más segura.
Jesús y el hombre poseído: Ambos están en la sinagoga. Uno enseña y el otro, mientras escucha, se retuerce. El mal lo retuerce, pero frente a Jesús sólo puede obedecer. Ni el hombre ni la sinagoga son lugares para el mal espíritu, aunque allí esté. Jesús vino a liberarnos de aquellas posesiones que no nos hacen bien. Jesús no quiere lazos que nos opriman, nos dominen, nos sometan. Nadie, debe ser presa del mal espíritu. Jesús nos quiere libres.
Cuando uno hace uso de los medios sobrenaturales que le son dados para elevarse a la perfección de su ser, cuando se libera de la esclavitud de los sentidos, levanta los ojos al cielo para atraer sobre él las gracias divinas, sus afectos se purifican, sus pensamientos se ensanchan, su inteligencia entra en posesión de la verdad y se alimenta de ella. Todas sus facultades adquieren un carácter de infinito, su corazón sólo aspira a los bienes eternos. En una palabra, se convierte en lo que era al origen, es decir la obra maestra de la creación, una imagen viviente de la divinidad. Eso es lo que la gracia produce en nosotros, pero ¿estamos convencidos que sólo ella puede producir estos efectos admirables? (Sermón sobre la fidelidad a la gracia)
Libertador de Nazareth,ven junto a mí, ven junto a mí.Libertador de Nazareth,qué puedo hacer sin Ti.Yo sé que eres Camino,que eres la Vida y la Verdad.Yo sé que quien te siguesabe a dónde va.Quiero tener tu vida,seguir tus huellas, tener tu luz.Quiero beber tu cáliz,quiero llevar tu cruz.Quiero encender mi fuego,alumbrar mi vida y seguirte a Ti.Quiero escucharte siempre,quiero luchar por ti.Y comenzar de nuevo,te necesito libertador.No puedo estar sin rumbo,no puedo estar sin Dios.