319 – marzo 2023 – Servidores de Esperanza

INTRODUCCIÓN

¡Hermanos!

El Capítulo General de 2024, es el 28º desde que los Hermanos Profesos, reunidos en Ploërmel, el 4 de agosto de 1869, decidieron dotar al Instituto de esta estructura de discernimiento y de gobierno. Tendrá lugar en la Casa del Divino Maestro, en Ariccia, en los altos de Castel Gandolfo (Italia), del 26 de marzo al 24 de abril de 2024.

Es un momento fuerte de la Congregación, nos concierne a todos, Hermanos y Laicos de la Familia Menesiana, herederos de esta hermosa experiencia sinodal. Cada uno deberá aportar su granito de arena, para que esta celebración capitular refleje, a la vez, la rica diversidad de nuestras culturas y la profunda fraternidad que nos reúne en torno a nuestros Fundadores, Juan Mª de la Mennais y Gabriel Deshayes, en el seguimiento de Cristo.

El tema elegido para la preparación del Capítulo es: “Servidores de esperanza” y el icono bíblico: el primer signo de Jesús en Caná (Jn, 2, 1-11). ¿Por qué estas dos elecciones?

Fruto del discernimiento de los Superiores Mayores, reunidos en Roma en Conferencia General, desde el 26 de septiembre al 4 de octubre de 2022, este texto del evangelista Juan, ha encontrado en nosotros una particular resonancia al final de la relectura de los Capítulos de las Provincias y Distritos y del último Capítulo General. Lo hemos acogido como una llamada a un nuevo caminar, a una nueva conversión. Solamente la Palabra de Dios, escuchada, acogida y vivida, a ejemplo de María, podrá cambiar nuestra agua, en vino nuevo. En el contexto de las crisis sanitarias, económicas y ecológicas, así como de los preocupantes conflictos armados que sacuden nuestro mundo y, por otra parte, las grandes fragilidades y el envejecimiento de nuestro Instituto, el primer signo de Jesús en Caná nos recuerda que el Señor no es indiferente a nuestras peticiones de ayuda. Al contrario, está siempre dispuesto a escucharnos, si le llamamos con esperanza y perseverancia.

“¡Servidores de esperanza!” Varias razones me han impulsado a optar por este título. Se sitúa en prolongación con nuestro Lema del Año: “Testigos de esperanza.” Será sin duda, una buena preparación al Jubileo de 2025 decidido por el Papa Francisco, que llevará por tema: “Peregrinos de esperanza”. Analizando la realidad del mundo actual, el cardenal Pietro Parolin, subraya la urgencia de promover el valor de la confianza en el futuro: “Los acontecimientos de los últimos años, de los últimos meses, parecen obligar a la Iglesia a fijar su mirada en la virtud teologal de la esperanza (…) Y la esperanza nos llama a todos a hacer la misma invitación a ser constructores responsables de un mundo mejor.” Se trata de un servicio urgente que nuestro mundo de hoy necesita profundamente. El papa Francisco nos hace la misma invitación cuando nos pide que “mantengamos encendida la llama de la esperanza que nos fue dada y que hagamos todo lo posible para que cada uno encuentre la fuerza y la certeza de mirar al futuro con espíritu abierto, con corazón confiado y con una inteligencia clarividente.”

En el relato de las Bodas de Caná, Juan subraya con intención, las dimensiones del servicio y de la esperanza. Efectivamente, por su sugerencia “¡No tienen vino!” (Jn 2, 3) y por su recomendación “¡Haced lo que Él os diga!”, María cumple su verdadera misión: ser la servidora de la esperanza en el seno de la Iglesia. De este modo, al llenar de agua las ánforas, siguiendo el mandato de Jesús, los siervos de la Nueva Alianza, participan activamente en su ministerio de servicio y de educación en la esperanza.

De hecho, al obedecer a Jesús: ¡nuestra esperanza! (1 Tm 1,1) y al forzarnos a responder a la invitación de María a los criados de Caná, nos educamos a nosotros mismos en los valores de la participación, de la colaboración, de la fraternidad, de la comunión, de la misión y de la sinodalidad. ¿No es ésta la mejor pedagogía para que nos impregnemos de las orientaciones del próximo Sínodo? Ése es el camino que se debería emprender para que nuestra agua se transforme en vino nuevo, para que el vino de la Nueva Alianza ¡nunca nos falte! ¡Ésa es nuestra esperanza! ¡Ése es nuestro compromiso!

El lema “Servidores de esperanza” reúne y da sentido a lo que vive actualmente nuestra Congregación. En medio de nuestras fragilidades, el primer signo de Jesús en Caná, nos muestra lo que podemos esperar de María, nuestra Madre: la fuerza en nuestros combates, el consuelo en nuestras penas, la esperanza en nuestros fracasos y la alegría en nuestras victorias. La humilde sierva de Nazaret, nos enseña la fidelidad a Cristo, la única regla para ser discípulos del Maestro. Nos educa en la eficacia de la oración de intercesión, que queda resumida en estas palabras: “¡No tienen vino!”. Nos enseña a desear la presencia de Jesús, el único capaz de transformar el agua de nuestras ánforas en “vino bueno”, para gran alegría nuestra.

Caná, es la hora de Jesús y de María. Es pues, la hora de la Iglesia y ¡de nuestro Instituto! Ése es el significado de la decisión que hemos tomado de poner al día nuestra Regla de Vida. Queremos que Jesús cambie el agua de nuestras ánforas en vino nuevo. Haciendo esto, nos comprometemos a ser servidores de una Alianza Nueva sellada por una nueva Regla de Vida. ¡Nuevo camino de conversión! ¡Renovada fidelidad! ¡Nuevas nupcias! ¡A vino nuevo, odres nuevos!

Caminar con el evangelio de las bodas de Caná, será una buena manera de prepararnos a la renovación de la consagración
del Instituto al Corazón de María, que tendrá lugar al fin de nuestro recorrido capitular. Mirando hacia el Capítulo General de 2024, año del Bicentenario de nuestra Casa Madre de Ploërmel, escuchándonos unos a otros, atentos a los signos del Espíritu, estamos invitados a emprender nuestro camino con confianza, orando e imitando a María, Madre de la Esperanza. Así, seremos “Servidores de esperanza”.

Esta Circular, después de presentar la composición del Capítulo General y el procedimiento de la Elección de Delegados, propone a la Asamblea de la Familia Menesiana unos pasos para la preparación, que invitará a la creatividad y al despertar de la iniciativa de cada Hermano y de cada Laico Menesiano, de cada Comunidad o Fraternidad. ¡Ojalá! que este tiempo del que disponemos hasta nuestro Capítulo General, se convierta en kairós / tiempo favorable, para que dejemos al Espíritu Santo que forje en nosotros una mentalidad verdaderamente sinodal, que nos permita entrar con valentía y libertad de corazón en este proceso de conversión, sin el cual, la reforma permanente de la que nuestra Congregación tiene siempre necesidad, como institución humana y terrena, no será posible.

Hermano Hervé Zamor, Superior General

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