San Maximiliano Kolbe

Deuteronomio 10, 12-22
Salmo 147, 12-15. 19-20

Mateo 17, 22-27

Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo:
El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y al tercer día resucitará.
Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaúm, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron:
¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?
Sí, lo paga, respondió.
Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?
Y como Pedro respondió: De los extraños, Jesús le dijo: Eso quiere decir que los hijos están exentos.
Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca.
Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti.


Comentario

Este extraño relato probablemente responda a alguna discusión que surgió en el seno de la comunidad, a propósito de pagar o no pagar los impuestos.
Tal vez, se daría dos posturas: por un lado, la de quienes, siguiendo el camino de Jesús, seguían considerándose judíos fieles y preferían seguir pagando impuestos para el mantenimiento del Templo. Por otra, la de quienes, al seguir el camino de Jesús, consideraban un corte completo con la religión judía y optaban por rechazar pagar el impuesto.

Mateo opta en su evangelio por una postura de “equilibrio”, desde una actitud conciliadora. En realidad, no existe ninguna obligación en pagar ese impuesto. Jesús les hace ver que son “hijos”, no extraños, pero es mejor evitar dar mal ejemplo.

Es inevitable, en toda relación humana, surjan tensiones y conflictos: en la pareja, hijos, amigos, en comunidad, grupos, … El choque de aspiraciones, intereses, y necesidades de unos y otros. Ahí experimentamos nuestros límites.
Cuando nos centramos en nuestro “YO” y solo buscamos autoafirmarnos, el conflicto se hace cada vez mayor, llegando a la ruptura. Tener razón no sirve de nada si rompe relaciones, si hacemos daño, y nos distanciamos de quienes antes estábamos cerca.
La sabiduría nos invita a aceptar la inevitabilidad de las tensiones, pero, al mismo tiempo, a vivirlas como una oportunidad de crecimiento, desvelando lo que realmente somos.
Esto sólo es posible desde la experiencia del descentramiento, salir del “YO”, viviendo “desde otro plano”: el plano “del OTRO”, reconociéndolo igual a mí, como hermano, reduciendo distancias, dejando “el tener razón” de lado, y priorizando a la persona.
¿Cómo vivo y gestiono las tensiones y conflictos cotidianos?


Máxima

No busquemos privilegios


Palabras de Juan María de la Mennais

No pedimos ni dinero, ni privilegios; no pedimos más que la libertad. (Respuestas a preguntas hechas por el ministerio, 1849)


Canción

Libertador de Nazareth – Coro Canto a Dios


Libertador de Nazareth,
ven junto a mí, ven junto a mí.
Libertador de Nazareth,
qué puedo hacer sin Ti.

Yo sé que eres Camino,
que eres la Vida y la Verdad.
Yo sé que quien te sigue
sabe a dónde va.
Quiero tener tu vida,
seguir tus huellas, tener tu luz.
Quiero beber tu cáliz,
quiero llevar tu cruz.

Quiero encender mi fuego,
alumbrar mi vida y seguirte a Ti.
Quiero escucharte siempre,
quiero luchar por ti.
Y comenzar de nuevo,
te necesito libertador.
No puedo estar sin rumbo,
no puedo estar sin Dios.