Josué 24, 14-29Salmo 15, 1-2. 5. 7-8. 11
Le trajeron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos.Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
La escena que presenta el texto es rara: Unos padres le traen a sus hijos para que reciban la bendición de Jesús. Nada más natural y hermoso. Y sin embargo los discípulos se oponen y se enojan. ¿Por qué? Quizás porque, de acuerdo con las normas severas de las leyes de la impureza, los niños pequeños en las condiciones en las que vivían, eran considerados impuros. Si hubiesen tocado a Jesús, Jesús habría quedado impuro. Por esto, era importante evitar que llegasen cerca y lo tocaran. Ya había sucedido una vez, cuando un leproso tocó a Jesús, que lo dejó en condición de impureza legal y no podía entrar en la ciudad (Mc 1,4-45). Quizás también porque los discípulos consideraban que un maestro tan importante no podía perder tiempo con ellos, que no tenían importancia social alguna. Aquí los niños representan a la gente que no tiene peso social, a los ‘pequeños’, los sin importancia, los ‘nadies’. Los discípulos no acaban de entender que su maestro es diferente a los rabinos de la época, que no busca a los ‘importantes’, sino que privilegia justamente a esos pequeños. Para él ellos son los ‘grandes’, los que importan. Nunca acabaremos de entenderlo del todo. Siempre estaremos admirando a los exitosos del mundo y mirando con compasión a los más pobres. Los que estamos a diario en las aulas, fijémonos a quiénes apoyamos, felicitamos, nos alegramos de tenerlos como alumnos. No nos olvidemos de los que no satisfacen nuestras expectativas, los rebeldes, los que atrasan la marcha del grupo, los ‘nadies’ de los grupos, etc.
Mientras aguardo, me voy, a través los campos, fundando nuevas escuelas, y dando retiros a mis pequeños niños bien queridos. Mañana comienzo uno aquí, y el 25 de marzo abriré otro en Guingamp. Nada me refresca el alma como estos piadosos y emocionantes ejercicios.Estar en medio de estos queridos niños, es habitar ya con los ángeles, es comenzar, en cierto modo, la vida del cielo” (21-02-1835. ATC II p. 159)
Somos niños, queremos ver al maestro – Rey de Reyes Kids
Somos niños, queremos ver al maestro.El maestro está ocupado,hoy no los puede atender.Yo los veo tan entusiasmados,pero nada puedo hacer.Y más tarde, mis pequeños,Cristo debe descansar.Ya es de noche y tiene mucho sueño.Por favor, no molestar.Por favor no pidan más.Ya es muy tarde.Somos niños, queremos ver al maestro.Pueden ver allá adelante,con enfermos él está.Él atiende cosas importantesy ustedes quieren jugar.Y más tarde mis pequeñosCristo debe descansar.Ya es de noche y tiene mucho sueño,por favor, no molestar.Por favor, no pidan más.Ya es muy tarde.Somos niños, queremos ver al maestro.Y así les dijo el maestro:Dejen que los niños vengan a míy que ninguno de ustedes se lo impida.Y que sea la última vezque en asuntos como estosno sea yo quien decida.¡Ok! No los subestimen, delen el breakY de ahora en adelante esto vale como ley.Y si acaso no se dan cuenta,que en el Reino de los cieloscosa pura es lo que entra.Y si no son ellos ¿quiénes serán?¿Los terribles moralistas? ¡No!Y seguro que si me conocierancuenta se dieranque ninguno de ellos está en mi lista.Los que escriben con la manoborran con el codo,de seguro no me los bancos de ningún modo.Si quieren bailar y jugar, no los detengan.Dejen que los niñoshacia mí vengan.