San Pío X

Jueces 2, 11-19
Salmo 105, 34-37. 39-40. 43-44

Evangelio: Mateo 19, 16-22

Se le acercó un hombre y le preguntó: Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?
Jesús le dijo: ¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno sólo es el Bueno.
Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos.
¿Cuáles?, preguntó el hombre.
Jesús le respondió: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El joven dijo: Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?
Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.
Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.


Comentario

Este encuentro de Jesús con el joven rico, puede considerarse una síntesis de todo el mensaje evangélico. En cierto modo habla del paso de la religión a la espiritualidad, del cumplimiento al seguimiento. El cumplimiento, por muy motivado que sea, “¿Qué puedo hacer para ganar la vida eterna?”, no nos conduce a la plenitud que busca todo ser humano. La religión desde el cumplimiento nos lleva a un mercantilismo, donde buscamos “obtener” lo que creemos que merecemos, pensando que esa plenitud viene “de fuera” y que el propio esfuerzo la hace alcanzable.

La intuición del joven rico es válida, el hombre anhela plenitud. Pero el camino que se propone el propio joven es equivocado. La plenitud no es algo alcanzable por conquista y cumplimiento. Somos ya plenitud, pero para poder reconocerlo necesitamos desapropiarnos de todo lo demás. El camino espiritual pasa soltar todo aquello con que previamente nos identificamos: bienes, creencias, autoimagen, que nos atan, y nos separan de Dios y los hermanos. “Todo irá cayendo”, hasta que sólo quede Aquello que no podemos soltar, “El tesoro en el cielo”, Jesús y el reino: las bienaventuranzas. Este camino espiritual, un camino de continuo desprendimiento: aprender a vaciarnos, para que Él, su Palabra, su proyecto de vida, nos vaya llenando de a poco. El criterio para no caer en la trampa del “EGO” (ser más que, ser mejor que…) es siempre el mismo, la desapropiación, el descentramiento: “vende todo lo que tienes y vente conmigo”, es decir, ve soltando todo y reconócete en ese “lugar“, donde puedes ser tú mismo “uno” con la Vida que se te regala cada día.
¿En qué noto que vivo la desapropiación?


Máxima

Anímate a más


Palabras de Juan María de la Mennais

Dios quiere que sea un santo: ésta es la voluntad de Dios, la santificación. Ahora bien, yo no puedo llegar a ser santo más que en la medida que imite a Jesucristo y que ponga fielmente en práctica las verdades que él me ha enseñado, y las virtudes de las que me ha dado ejemplo. Tomo pues la resolución sincera de esforzarme, en el futuro, con la ayuda de la gracia, en ser humilde, dulce, paciente, obediente, casto, resignado como él. Y lo mismo que él se ha ofrecido totalmente por mí al Padre, quiero darme a él sin reservas ni compromisos. Dios quiere que yo sea un santo y yo también quiero serlo al precio que sea. (Sermón sobre la perfección, 1839)


Canción

El llamado – Seminario Pontificio de Santiago

Hace tiempo, tu Señor, en gran silencio
escuchaste mis anhelos y proyectos.
Mi camino lo creía definido,
muy seguro avanzaba yo sin Ti.

Pero un día tú rompiste el silencio,
Tu palabra mis proyectos cuestiono.
Me dijiste: dame espacio en tu vida;
muchos planes he pensado para ti.

Habla, Señor,
Dime Tú lo que has pensado.
Necesito oír tu voz y parecer
He tratado de hacer solo mi vida.
Hoy quiero fundarla en tu querer.

Tu palabra hoy me hizo despertar.
Una profesión no es todo
cuanto debo ambicionar.
Eso es bueno, me dijiste,
pero quiero tus talentos,
que al nacer yo puse en ti
los dispongas, desde ahora, a servir.

Me expresaste: Un apóstol yo te haré
y en tu boca mi palabra yo pondré.
Tú serás del perdido, la esperanza,
del lejano, cercanía de mi amor.

Quiero, Señor, hacer mío tu deseo.
He llegado a comprender quién eres Tú.
Agradezco que en mí, Tú te fijaras.
Yo contigo quiero siempre caminar.