Beatos Juan Pablo I y Ceferino Namuncurá

Rut 2, 1-3. 8-11; 4, 13-17
Salmo 127, 1-5

Evangelio: Mateo 23, 1-12

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agradan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.


Reflexión

El evangelio nos presenta las controversias de Jesús con los distintos grupos de judíos que rechazaban sus enseñanzas. Leían la Biblia, que ellos llamaban la Torá, pero no ponían en práctica sus enseñanzas.
De este modo, también podemos decir que las actitudes denunciadas por Jesús, hoy en el Evangelio, las vemos cotidianamente a nuestro alrededor. “Decir y no hacer” es, muchas veces, un estilo que se encuentra muy presente en la sociedad de hoy.
¿Cuántas veces podrían llamarnos fariseos?
¿Cuántas veces somos expertos en decir lo que los demás tienen que hacer y sin embargo nosotros no hacemos nada?
¿Cuántas veces exigimos que el otro obre de tal o cual manera, sin mirarnos primero nosotros, sin exigirnos nada?
¿Cuántas veces incluso, somos cristianos sólo para la “selfie”… para mostrarnos?
Hoy cuestionémonos como cristianos: ¿Qué estoy diciendo con mi vida? ¿Qué se expresa con mi manera de obrar?


Palabras de Juan María de la Mennais

La conducta del padre me indignó aún más que todo lo demás. La señorita Le Breton ni siquiera se dignó responderme una palabra. ¡Y los hombres que lanzaron con mano impía, pensamientos de apostasía al corazón de esta pobre muchacha, los hombres que le aconsejan que rompa toda relación con el superior, a quien ella ha jurado obediencia, celebran la Santa Misa tranquilamente todos los días! Hay algo del infierno en todo esto: tal ceguera es sobrenatural y es una punición clara de Dios. (Al Padre Ruault, 30-05-1835)


Hazme humilde – Jésed

Jesús mío, por tu amor,
por tu infinita misericordia,
dame un poquito de tu luz.
Que yo te conozca y me conozca a mí,
aunque tenga mucho que sufrir.

Que yo sea buena
y te busque en todo sólo a Ti.
Que yo sea sencilla y chiquita,
que no busque más que esconderme
en todo y siempre en Ti.

Jesús mío, dame la humildad
y la dulzura de tu Corazón.
Dime lo que tengo que hacer
y lo que tengo que hablar.
Dímelo todo, Jesús mío,
hazme muy dócil,
y que voluntariamente
no te desagrade nunca.

Jesús mío, yo no puedo nada,
pero Tú lo puedes todo.
Ayúdame, no me dejes,
dame rectitud en todo.
Haz que te ame mucho.
Jesús mío, soy tuya.
Que yo sea buena
y te busque en todo sólo a ti.


Oración por el Capítulo General