Vocación II

Ambientación:

Espero que uno de estos días llegará el joven que me has anunciado: no obstante, no lo envíes sino después de haber examinado bien, de acuerdo con el H. Luis José, si su vocación es sólida y fundada únicamente en motivos de fe. Aquéllos que no estén animados por el espíritu de fe, lo que harán será extraviarse y cansarse pronto de su estado en cuanto experimenten algunas de las contrariedades que son inseparables del mismo: un verdadero Hermano debe llevar la cruz en su corazón más bien que sobre el pecho. (Al H. Alfredo María, 24 de abril de 1846)


Himno

Con las Alas del Alma
Eladia Blazquez

Con las alas del alma desplegadas al viento,
desentraño la esencia de mi propia existencia
sin desfallecimiento.
Y me digo que puedo, como en una constante,
y me muero de miedo, pero sigo adelante.

Con las alas del alma desplegadas al viento.
Porque aprecio la vida, en su justa medida,
al amor lo reinvento.
Y al vivir cada instante y al gozar cada intento,
Sé que alcanzo lo grande
con las alas del alma desplegadas al viento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
más allá del asombro, me levanto entre escombros
sin perder el aliento.
Y me voy de la sombra por algún filamento,
y me subo a la alfombra con la magia de un cuento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
atesoro lo humano cuando tiendo las manos
a favor del encuentro.
Por la cosa más pura con la cual me alimento,
por mi pan de ternura,
con las alas del alma desplegadas al viento.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
ante cada noticia de estupor, de injusticia,
me desangro por dentro.
Y de duele la gente, su dolor, sus heridas,
porque así solamente interpreto la vida.

Con las alas del alma desplegadas al viento,
más allá de la historia de las vidas sin gloria,
sin honor ni sustento.
Guardaré del que escribe su mejor pensamiento.
Quiero amar a quien vive
con las alas del alma desplegadas al viento.


Salmodia

Antífona 1
Es imposible pertenecer a la vez al mundo y a Jesucristo, pues nadie puede servir a dos señores.

Salmo 22
El Señor es mi pastor

El Señor es mi Pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar; 

me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. 

Aunque camine por cañadas oscuras, 
nada temo, porque tú vas conmigo: 
tu vara y tu cayado me sosiegan. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Es imposible pertenecer a la vez al mundo y a Jesucristo, pues nadie puede servir a dos señores.

Antífona 2
Evita con cuidado las ideas tristes que a veces te acongojan y que te conducirían a faltar a la perseverancia: son verdaderas y muy peligrosas tentaciones.

Qué detalle, Señor

Qué detalle, Señor, has tenido conmigo,
cuando me llamaste, cuando me elegiste,
cuando me dijiste que Tú eras mi amigo.
Qué detalle, Señor, has tenido conmigo.

Te acercaste a mi puerta y pronunciaste mi nombre.
Yo temblando te dije: «Aquí estoy Señor».
Tú me hablaste de un Reino, de un tesoro escondido,
de un mensaje fraterno que encendió mi ilusión.

Yo dejé casa y pueblo por seguir tu aventura.
Codo a codo contigo, comencé a caminar.
Han pasado los años y aunque aprieta el cansancio,
paso a paso te sigo, sin mirar hacia atrás.

¡Qué alegría yo siento, cuando digo tu nombre!
Qué sosiego me inunda cuando oigo tu voz.
Qué emoción me estremece, cuando escucho en silencio
tu Palabra, que habita mi silencio interior.

Antífona 2
Evita con cuidado las ideas tristes que a veces te acongojan y que te conducirían a faltar a la perseverancia: son verdaderas y muy peligrosas tentaciones.

Palabras de Juan María

Ustedes no son hermanos para ustedes. Un religioso que se retira en un claustro para vivir allí en la soledad, puede permanecer allí sin salir y sin que resulte un bien o un mal más que para él mismo, pero la salvación de un hermano como la de un sacerdote está ligada a la de otros.
Cuando el último día estemos allí, de pie delante del tribunal supremo ¿dónde estarán nuestras excusas si vemos caer en el infierno una sola alma que habríamos debido preservar de ello con nuestros cuidados caritativos y con los esfuerzos de nuestro celo?
¿Qué responderemos cuando estas almas desgraciadas nos digan: Dios te había encargado de instruirme y me has dejado en la ignorancia; te había encargado de socorrer mi miseria y te has hecho sordo a mis gritos? Viles motivos de interés, de placer, de orgullo o de ambición te han separado de mí cuando yo pedía tu socorro y tu piedad; ‘debías alimentarme y no lo has hecho, me has matado’ (Cfr. San Ambrosio); mi condenación es obra tuya. (S VII p 2227, apertura retiro, vocación)


Cántico de María

Antífona
Es muy importante hacer el retiro para reafirmarnos en nuestra vocación y renovar el fervor; dime qué frutos crees que habrán produci­do.

Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,
gozase mi espíritu en mi Salvador.
Él es mi alegría, es mi plenitud,
Él es todo para mí.

Ha mirado la bajeza de su sierva,
muy dichosa me dirán todos los pueblos
porque en mí ha hecho grandes maravillas
Él que todo puede, cuyo nombre es Santo.

Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman,
desplegó el gran poder de su derecha,
dispersó a los que piensan que son algo.

Derribó a los potentados de sus tronos,
ensalzó a los humildes y a los pobres,
los hambrientos se saciaron con sus bienes
y alejó de sí, vacíos a los ricos.

Acogió a Israel, su humilde siervo
acordándose de su misericordia,
como había prometido a nuestros padres,
a Abraham y descendencia para siempre.

Antífona
Es muy importante hacer el retiro para reafirmarnos en nuestra vocación y renovar el fervor; dime qué frutos crees que habrán produci­do.

Preces

A cada intención respondemos:

Señor, sigue convocándonos

-. Padre viñador, te pedimos que envíes obreros a tu viña para no se pierda ningún fruto.

-. Padre, dueño de la mies, te pedimos que acompañes a los sembradores de tu Palabra.

-. Padre, amigo de rendidos, te pedimos que alientes la marcha de quienes vacilan.

-. Padre viñador, que aceptemos las podas que nos realizas para que demos mejor fruto.

-. Padre, dueño de la mies, te pedimos que envíes hermanos y laicos al basto campo de la educación.

-. Padre, amigo de rendidos, te pedimos que nos enseñes a sostener a los que tropiezan y caen.


Padre nuestro


Oración final

Padre Bueno, te damos gracias por la sublime vocación a la que nos has llamado, para hacer aquí, desde la educación cristiana lo mismo que hizo tu Hijo en Galilea mientras peregrinó como uno de nosotros en todo, menos en el pecado. Por el mismo Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.