Vocación II

Ambientación:

Al menos durante este retiro, reflexionen seriamente en esto, mis queridos hijos y no vean su vocación solo en relación con sus intereses, sino consideren también los lazos esenciales que su estado les hace establecer con una multitud de niños cuya suerte eterna, está, en cierto modo, en sus manos; miren si quieren que ellos vivan o si quieren que mueran; y piensen que al pronunciar su sentencia pronuncian la de ustedes. (S. VII p 2227, apertura retiro, vocación)

Ofrecimiento

Señor Jesús, te damos gracias
por la sublime vocación
que nos has regalado.
Danos tu Espíritu
para que pasemos por el mundo
haciendo el bien que tú mismo hiciste.
Que nuestra educación
evangelice hoy a todos.
Que instruya a los pobres.
Que dé vista a los ciegos.
Que haga caminar
a los débiles y cansados.
Concédenos vivir
hoy y siempre de tal forma
que eduquemos a los que nos confías,
abramos los ojos a los niños
y a los jóvenes,
sanemos a los enfermos
y fortalezcamos a los débiles,
resucitemos a los que viven
sepultados lejos de ti.
Que tu presencia en nuestra vida fraterna
nos haga capaces de realizar prodigios
en el orden espiritual para gloria tuya.
Amén


Himno

Para decidir si sigo poniendo
esta sangre en tierra,
este corazón que bate su parche,
sol y tinieblas.

Para continuar caminando al sol
por estos desiertos;
para recalcar que estoy vivo
en medio de tantos muertos.

Para decidir, para continuar,
para recalcar y considerar
sólo me hace falta que estés aquí,
con tus ojos claros.

Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.
Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.

Para aligerar este duro peso
de nuestros días,
esta soledad que llevamos todos,
Islas perdidas.

Para descartar esta sensación
de perderlo todo,
para analizar por dónde seguir
y elegir el modo.

Para aligerar, para descartar
para analizar y considerar,
sólo me hace falta que estés aquí
con tus ojos claros.

Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.
Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.

Para combinar lo bello y la luz
sin perder distancia,
para estar con vos sin perder el
ángel de la nostalgia.

Para descubrir que la vida va
sin pedirnos nada,
y considerar que todo es
hermoso y no cuesta nada.

Para combinar, para estar con vos,
para descubrir y considerar,
sólo me hace falta que estés aquí
con tus ojos claros.

Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida.
Ay, fogata de amor y guía,
razón de vivir mi vida


Salmodia

Antífona 1
Lo repito, es necesario que el abandono sea completo y la renuncia a las cosas de la tierra sin reservas, o no perseve­rarás.

Salmo 83
Añoranza del templo

¡Qué deseables son tus moradas, 
Señor de los ejércitos! 
Mi alma se consume y anhela 
los atrios del Señor, 
mi corazón y mi carne 
retozan por el Dios vivo. 

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; 
la golondrina, un nido 
donde colocar sus polluelos: 
tus altares, Señor de los ejércitos, 
Rey mío y Dios mío. 

Dichosos los que viven en tu casa, 
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza 
al preparar su peregrinación: 

Cuando atraviesan áridos valles, 
los convierten en oasis, 
como si la lluvia temprana 
los cubriera de bendiciones; 
caminan de baluarte en baluarte 
hasta ver a Dios en Sión. 

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; 
atiéndeme, Dios de Jacob. 
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, 
mira el rostro de tu Ungido. 

Vale más un día en tus atrios 
que mil en mi casa, 
y prefiero el umbral de la casa de Dios 
a vivir con los malvados. 

Porque el Señor es sol y escudo, 
él da la gracia y la gloria; 
el Señor no niega sus bienes 
a los de conducta intachable. 

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre 
que confía en ti!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Lo repito, es necesario que el abandono sea completo y la renuncia a las cosas de la tierra sin reservas, o no perseve­rarás.

Antífona 2
Une tus oraciones a las mías para obtener el don de la perseverancia.

Tú me has Llamado
José Herrera

Es curioso que a veces dude y tema
al pensar que arriesgo tanto al seguirte;
Ir contigo, darlo todo, oh Señor, hasta el fin.

He pensado que sólo es una aventura,
porque sabes soy capaz de traicionarte,
de dejarte para siempre por temor.
El que más confía en mí, eres tú.

Tú me has llamado, me has elegido.
No soy digno, pero sabes de mi amor.
Mi corazón, se abre para ti, llénalo Señor.

Porque me quieres,
guiaré mis pasos donde vayas tú.
Llevaré a todos tu perdón.
Tú me has llamado por misericordia.
Te seguiré hasta la cruz.

De tu gracia, un instrumento quiero ser,
un enviado pregonero de tu amor.
Luz del mundo y sendero cierto,
sólo tú eres mi fuerza ¡oh Señor!

Proclamar por todo el mundo tu palabra,
porque el mundo necesita conocerte.
Seré fiel a la misión que hoy me has dado:
Dar amor, en vez de tanta indiferencia.

Tú me has llamado, me has elegido.
No soy digno, pero sabes de mi amor.
Mi corazón, se abre para ti, llénalo Señor.

Porque me quieres,
guiaré mis pasos donde vayas tú.
Llevaré a todos tu perdón.
Tú me has llamado, por misericordia.
Te seguiré hasta la cruz.

A nuestra Madre pediré también me enseñe
a aprender a decir siempre, hágase tu voluntad.
María Madre de misericordia,
enséñame en Dios confiar.

Tú me has llamado, me has elegido,
Te seguiré hasta la cruz.

Antífona 2
Une tus oraciones a las mías para obtener el don de la perseverancia.


Palabras de Juan María

La grave falta que has cometido me ha producido muchísima pena; pero al mismo tiempo, doy gra­cias a Dios porque su mano suave y misericordiosa te ha sacado del abismo, casi inmediatamente de haber caído en él; pero, ¡qué provechosa te será esta caída si te vuelve más humilde, más desconfiado de ti mismo y más fiel a la santa Regla!
No te das cuenta, pero tus relaciones demasiado fre­cuentes con la gente del mundo son las que han hecho vacilar tu vocación, y te han hecho perder insensiblemente el espíri­tu de tu santo estado.
¡Ah!, más que nunca, sirve con amor a Aquél con quien te has comprometido por promesas que en adelante nadie podrá romper. (Al H. Hervé, 21 de noviembre de 1844)


Cántico evangélico

Antífona
Sé un hombre de fe y todos los pensamientos que te inquietan se irán disipando; gozarás de paz y te reafirmarás cada vez más en tu santa vocación.

Bendito es el Señor, nuestro Dios,
que visita y redime a su pueblo.
Su presencia está viva en nosotros,
su promesa perdura en el tiempo.

Él será salvador de los hombres,
nos libera de toda opresión,
manteniendo vigente en nosotros
la Palabra que él mismo nos dio.

El Señor quiere vernos alegres,
sin tristeza, ni pena o dolor;
quiere hacer una tierra más justa,
que le sirva cantando su amor

Tú serás elegido el profeta,
que prepare el camino del Señor,
proclamando que viene a salvarnos,
anunciando a los hombres perdón.

Nacerá un nuevo sol en el cielo
y su luz a nosotros vendrá.
Guiará al que vive entre sombras
por un nuevo sendero de paz.

Antífona
Sé un hombre de fe y todos los pensamientos que te inquietan se irán disipando; gozarás de paz y te reafirmarás cada vez más en tu santa vocación.

Preces

A cada intención respondemos:

Señor, que nos entendamos entrelazados

-. Te alabamos Santísima Trinidad porque somos relación y en relación fuimos creados.

-. Te pedimos Padre que nos ayudes a encarnar en nuestras relaciones el estilo sinodal.

-. Te alabamos porque nos llamas a enlazar nuestra salvación con la salvación de muchos niños y jóvenes.

-. Te pedimos Padre por los educadores menesianos, que hacen de sus vidas una ofrenda desinteresada en favor de otros.

-. Te alabamos por la Familia Menesiana que en distintos espacios intenta hacerse cargo de las llamadas que la realidad le hace.

-. Te pedimos la gracia de vivir con los oídos bien atentos a los clamores de quienes nos rodean.


Padre nuestro


Oración final

Padre Bueno, te damos gracias por la sublime vocación a la que nos has llamado, para hacer aquí, desde la educación cristiana lo mismo que hizo tu Hijo en Galilea mientras peregrinó como uno de nosotros en todo, menos en el pecado. Por el mismo Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.