San Ramón Nonato

1ª tesalonicenses 3, 7-13
Salmo 89, 3-4. 12-14. 17


Evangelio: Mateo 24, 42-51

Jesús dijo a sus discípulos:
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’, y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará.
Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

Reflexión

Cada uno de nosotros ha recibido un encargo muy especial. Dios nos ha llenado de dones: interiores y exteriores, espirituales y materiales, personales y compartidos. Todas estas bendiciones vienen de su mano y sabemos que al final de nuestra vida tendremos que rendir cuentas del bien que hemos podido hacer con ellas. Por eso Cristo nos invita hoy a ser prudentes en la administración.

El siervo fiel y prudente se encuentra cumpliendo su deber en todo momento. No importa si lo están vigilando o se encuentra solo, él sabe que está a cargo y se hace responsable. Es prudente porque en cualquier circunstancia se pregunta: «¿Qué quiere mi Señor que haga con esta riqueza?» Nosotros también podemos aprender esta prudencia; que todas nuestras decisiones durante el día estén ordenadas según un criterio central: ¿Qué quiere Dios de mí ahora? Este momento que tengo a disposición, estos bienes que poseo, ¿para qué es mejor usarlos? ¿En dónde hay que invertir este «dinero»?

Más en detalle, ¿qué significa cumplir el deber y administrar con prudencia? En la parábola Cristo nos muestra el ejemplo negativo: un hombre que sólo piensa en sí mismo, que come y bebe y maltrata a los demás. De ahí podemos imaginar qué es lo que Dios quiere. Tenemos dones y riquezas interiores para el bien de los demás. Así como Jesús, que vino al mundo para servir, más que para ser servido. Somos prudentes, verdaderamente prudentes, en nuestras decisiones, si «administramos» siempre en beneficio de los demás. Más que pensar en lo que a mí me gusta, tener como criterio el bien de mi familia, dar gusto a quien se encuentre a mi lado, llevar a Dios y ayudar en lo que pueda a todo el que me necesite. ¡Ésta es la administración que Cristo premiará!

Como hijos de Dios, el Padre nos ha encargado alguna porción de su casa y de su familia. Agradezcamos la confianza que pone en nosotros. Pidámosle su ayuda para saber usar bien los dones que nos ha dado. Decidamos hoy vivir para servir.

Estamos llamados a ensanchar los horizontes de nuestro corazón, a dejarnos sorprender por la vida que se presenta cada día con sus novedades. Para hacer esto es necesario aprender a no depender de nuestras seguridades, de nuestros esquemas consolidados, porque el Señor viene a la hora que no nos imaginamos. Viene para presentarnos una dimensión más hermosa y más grande.

Que Nuestra Señora, nos ayude a no considerarnos propietarios de nuestra vida, a no oponer resistencia cuando el Señor viene para cambiarla, sino a estar preparados para dejarnos visitar por Él, huésped esperado y grato, aunque desarme nuestros planes. (P. Francisco, 27 de noviembre de 2016).


Máxima

Somos mensajeros de esperanza con los amigos


Palabras de Juan María de la Mennais


¡Oh, Dios mío! prepara tú mismo la morada en la que quieres habitar, límpiala, quita todo lo que puede herir tu santidad, para que nada se oponga a la plena efusión de tus gracias en estos queridos niños, para que la unión que vas a establecer con ellos, por los sacramentos, no se rompa nunca y que subsista durante toda la eternidad. (Retiro de niños de 1ª Comunión y Confirmación)


Canción

Artesanos de fraternidad

Invitarte a mi casa a jugar
y prestarte colores para dibujar;
quedarnos un ratito a charlar,
preguntarte ¿qué pasa?,
si te veo mal.
Escuchando lo que me quieras decir
y diciéndote lo que tenés que oír,
esperando lo que el tiempo da
festejando cada paso que das.

Artesanos de fraternidad,
que parece que miran
lo que aún no está.
Artesanos de fraternidad,
que se juegan las manos
tan solo soñando el final.

No dejarte tirado jamás;
que siempre en el grupo
tengas un lugar;
confiarte lo que me hace llorar
y guardar los secretos
que quieras guardar.
Ayudarte a ver
lo que te sale mal,
comentándole a todos
lo bien que vas;
buscando lo que no encontrás,
esperando que te vengan a buscar.

Oración por el Capítulo General


¡María, Servidora de esperanza!,
en las Bodas de Caná, estás atenta
e intercedes ante tu Hijo Jesús.

Preséntale hoy, en nuestro nombre,
las necesidades de la Familia Menesiana.
Cuando llegue su hora, Él sabrá escucharlas.
Así, de nuestras carencias y fragilidades
surgirá nueva vida.

En este tiempo de preparación
de nuestro 28º Capítulo General,
confiados en tu maternal solicitud,
queremos imitar tu fe y audacia,
y ofrecer a los niños y a los jóvenes de hoy
el vino nuevo del Evangelio.

Enséñanos a acoger como tú
a tu Hijo Jesús,
y a hacer todo lo que Él nos diga.
Haz de nosotros ‘servidores de esperanza’
testigos compasivos y atentos,
valientes, fieles y audaces,
felices de caminar tras su Maestro.

¡Dios sólo en el tiempo!
¡Dios sólo en la eternidad!