Miércoles 22º del tiempo durante el año

Colosenses 1, 1-8
Salmo 51, 10-11

Evangelio: Lucas 4, 38-44

Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón.
La suegra de Simón tenía mucha fiebre y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció.
En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
De muchos salían demonios, gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto.
La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos.
Pero él les dijo: También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado.
Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.


Reflexión

Jesús atiende a los que necesitan su ayuda. Puede ser la suegra de Pedro en el secreto de su casa. Puede ser a vista de todos en el caso de los “endemoniados” que a él se acercan.
Pero, una vez más, no quiere hacerse publicidad con los milagros. Ni quiere que los demonios expulsados, proclamen su divinidad, Hijo de Dios, el Mesías; ni que la gente haga de él un héroe. Se retira en el momento del éxito popular a “un lugar solitario”.  Tampoco quería que se apropiaran de su vida. Huye de la aceptación del momento cuando quieren retenerlo, para ir a nuevos lugares y dirigirse a otros pueblos, a los que tiene que anunciarles el reino de Dios.

La grandeza de Jesús de Nazaret está en su fidelidad a la misión del Padre, “para eso me han enviado”, no en la aceptación que pueda tener en ciertos momentos. En las sinagogas, no tendrá siempre esa aceptación. En especial, por parte de los miembros más significados de ellas, escribas, fariseos…etc.

Si nos preguntáramos para qué hemos sido enviados al mundo, no sé si tendríamos respuesta. Sin embargo existe una elemental, pero cierta: para ser mejor de lo que somos como seres humanos. O lo que es lo mismo, para ser buenas personas. Los que hemos sido llamados a seguir a Jesús de Nazaret, entendemos ser buenas personas, el realizar la mejor representación de la condición humana, que es el mismo Jesús, y ajustarnos a su mensaje, que se puede resumir en lo que Pablo dice a los Colosenses: Fe en Jesús y amor al pueblo.


Máxima

Somos mensajeros de esperanza en la Iglesia


Palabras de Juan María


Ámalos en Nuestro Señor y no ahorres nada para inspirarles su amor (a los niños negros). ¡Oh! ¡Cuán queridos te deben ser! ¡Qué felicidad para ti haber sido llamado a ser su padre y su apóstol! Esfuérzate en hacerte digno cada vez más de tan bella y santa misión. Sé el modelo de los excelentes hermanos que parten para ir a unirse a ti: ellos tienen un gran deseo de compartir tus trabajos y tus méritos. Ellos te darán noticias en detalle, por lo que yo no te las cuento; pero te abrazo muy tiernamente en N. S. (al H. Émeric, 24-11-44)

Canción

Todos somos menesianos – Marcelo Venturino

Herederos del carisma
que ha dejado Juan María,
vivirlo es el desafío
en la escuela cada día.

Una escuela que sea Templo,
Hospital, Casa de Pan,
cual Taller para la vida,
Frontera, calor de Hogar.

Con el lema de Dios Sólo
y sintiéndonos hermanos,
compartamos la tarea:
¡Todos somos menesianos!

Dar a conocer a Cristo
con el ejemplo en la aulas;
y ser luz entre los hombres
predicando con el alma.

De los jóvenes y niños,
como ángeles custodios
velando por su futuro,
enlazando fe y estudio.

Oración por el Capítulo General