1ª Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11Salmo 26, 1. 4. 13-14
Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios.Pero Jesús lo increpó, diciendo: Cállate y sal de este hombre.El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos sin hacerle ningún daño.El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: ¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
En este Evangelio de San Lucas vemos claramente como Jesús va a la Sinagoga para enseñar a todos aquellos que se encuentran en el lugar. Muchos quedan asombrados al ver el poder de su enseñanza y cómo habla con autoridad de Hijo de Dios.Su poder hace que estos espíritus impuros puedan reconocer su presencia. Es por esa razón que comienzan a gritar y le dicen : “¿Qué quieres de nosotros? ¿Has venido para acabar con nosotros Jesús de Nazaret? Ya sé quién eres, el Santo de Dios”. Jesús con poder increpar a estos espíritus impuros y les da una orden “¡Cállate y sal de este hombre!”El texto de Lucas relata claramente cómo el demonio salió del hombre, arrojándolo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos los hombres y ellos se preguntaban de dónde venía este poder. La Palabra del Señor tiene poder en medio de los hombres; es una palabra capaz de curar y tiene toda la fuerza que el Señor quiere manifestar en medio del pueblo y comunidad.Dios sigue teniendo poder hoy como ayer. Y los espíritus malignos abundan. Lo que nos pasa a veces es que estamos muy contentos con ellos, porque nos divierten, nos llevan a vivir bien cómodos, nos sacan la preocupación del compromiso y del servicio a los demás. Nos dan también razones para pasarla bien sin pensar en los demás: Si hay pobres es porque no trabajan, así que no tenemos obligación de ayudarlos. Si mi compañero de trabajo está triste, ¡debe habérselo buscado!, así que me despreocupo. Es cierto que hay más de cien millones de refugiados en el mundo, pero están lejos y en todo caso, ¿para qué se fueron de su casa? Y así los espíritus impuros nos van dando razones para vivir mirándonos el ombligo, sin ningún cargo de conciencia.Se dice que la conciencia es la presencia de Dios en el hombre. Jesús se hizo presente en ese hombre y mandó callar todas esas mentiras y medias verdades de su vida. Los demás se quedaron con mucho temor, quizás porque también tenían muchas mentiras y medias verdades dirigiendo sus existencias. ¡No vaya a ser que a Jesús se les ocurra curarlos a ellos también!Pidamos a Jesús que imponga su verdad en nuestras vidas y nos saque esos espíritus malignos que nos envenenan y no nos dejan vivir en modo comunidad.
Somos mensajeros de esperanza para nuestro mundo
¡Ojalá no pongas en el fondo de tu alma más que la paz de Dios y la esperanza de su reino! ¡Ojalá te despegues de la nada para unirte al todo! ¡Ojalá te separes inmediatamente de lo que te será arrebatado en un instante! ¡Ojalá comiences a vivir una vida eterna!Dios mío, te he escogido como mi herencia, y esta herencia no me será nunca arrebatada; sólo Tú significas algo para mí, y para siempre sólo Tú, Dios mío, serás todo para mí: la vida no es nada, la reputación no es nada, la ciencia no es nada, la salud no es nada, la fortuna no es nada, ¡Dios sólo! ¡Dios sólo! (Memorial 90)
Tu misericordia – Martín Roig