Colosenses 1, 9-14Salmo 97, 2-6
En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret.Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Navega mar adentro y echen las redes.Simón le respondió: Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes.Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos.Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador.El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
El evangelio de hoy narra como Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano.La fe es un encuentro con Jesús y me gusta pensar que Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar. El Evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: ‘Se quedaron asombrados’. Y el pueblo sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así.En cambio, entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba entrar en sus corazones al asombro. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían: ‘Es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene’. Los mismos demonios confesaban que Jesús era el ‘Hijo de Dios’, pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador. Los demonios llegan a decir la verdad sobre él. Mientras que los doctores de la Ley si bien dicen es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, no dicen somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. (Papa Francisco, 3 de septiembre de 2015).Para interiorizar el evangelio:¿Cómo está mi relación con Jesús?¿Dejo que Jesús se suba a la barca de mi vida y me interpele?¿Me atrevo a confiar en su palabra y “remar mar adentro”?¿Las comunidades menesianas son un “lugar” de encuentro con la persona de Jesús?
Somos mensajeros de esperanza en la Familia Menesiana
Mantente firme en tu vocación y no escuches los consejos de aquellos que quisieran que dejases de amarla. No basta con haber comenzado bien, es necesario perseverar hasta el fin, para obtener la corona. Ruega a la Santísima Virgen, rézale mucho, desde el fondo del alma para que te muestre más que nunca, que ella es tu buena madre, preservándote de toda inconstancia” (Al Hno. Elzéar, 25 de julio de 1848)
Somos Familia Menesiana