San Pedro Claver

Colosenses 1, 21-23
Salmo 53, 3-4. 6. 8

Lucas 6, 1-5

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: ¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?
Jesús les respondió: ¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?
Después les dijo: El hijo del hombre es dueño del sábado.


Reflexión

La observancia del sábado estaba muy presente en la vida del judío del tiempo de Jesús. Era un distintivo de ese pueblo, una medida que tenía como objetivo el bien de la gente, dándoles el descanso merecido después de días de labor. Por supuesto era considerada ley divina, dada por Yahvéh y, por lo tanto, indiscutible. Pero como en tantas otras leyes, en ciertas oportunidades podía ir en contra del bien de la gente.

Los discípulos en ese momento tenían hambre. Jesús ve bien que hagan lo que el Deuteronomio dice con respecto a los pobres: “Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer todas las uvas que quieras, hasta quedar saciado, pero no guardarás nada en tu bolsa. Si pasas por los sembrados maduros de tu prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz”. (Deut 23, 26)

El problema surgió porque era sábado, Y el mismo libro dice¨: “Observa el día sábado, y conságralo al Señor tu Dios, tal como él te lo ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú” (Deut 5, 12-14).

Es indudable que el legislador buscó el bien de toda la comunidad al dictar esta ley. Aquí Jesús aplica lo que los moralistas llaman epikeia o epiqueya. Si buscamos su significado encontramos que se define como la acción que le permite al hombre liberarse de la ‘letra’ de la Ley en favor del ‘espíritu’ de la misma. Es un acto que permite al hombre eximirse de la observancia literal (externa) de una ley de derecho positivo, con el fin de ser fiel a su sentido o espíritu auténtico.

Está claro que la ley del sábado buscaba el bien de la gente. Pero si esa ley, en un momento específico impedía hacer un bien, como curar, salvar una vida, alimentar al hambriento, entonces era lícito transgredirla, porque hay que preferir siempre el bien mayor. Así lo entendía Jesús. De hecho, en una oportunidad les preguntó a los fariseos: «Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca enseguida, aunque sea sábado?» (Lc 14, 5) Los fariseos, al quedarse en la letra de la misma, terminaban yendo en contra de su espíritu.

Que nunca nos pase a nosotros, que por ser fieles a las normativas que nos rigen, cometamos injusticia contra alguien. El bien está por encima de toda norma, porque, ya lo dijo Jesús, la primera ley es el Amor.


Palabras de Juan María


Los domingos no debes recitar los siete salmos du­rante los recreos, sino antes o después de la misa, y si no puedes hacerlo en otro momento, hazlo durante los oficios, pues esta oración es una de la mejores que puedes rezar. En cualquier caso, arréglatelas para no dejar solo al H. Donatien durante el poco tiempo que tienen para descansar juntos.” (Al H. Anastasio, 8 de julio de 1844)

Canción

Menos mal – Jesuitas acústicos

Menos mal que existen esos locos.
Qué lástima, Señor, que son tan pocos
y no habrá muchos más.

Menos mal que existe de esa gente
libre e impertinente,
sin freno ni bozal.

Menos mal, ellos te vuelven a la vida.
La guerra aún no está perdida
y hasta hay razón para esperar.

Menos mal, menos mal.

Menos mal que hay quien
no quiere ser prudente
y se sacude libremente
de los que le quieren domar.

Menos mal que hay quien
no sueña con despachos
y cree en grupos de muchachos
para curar la sociedad.

Menos mal que hay quien
levanta las dos manos,
y por los derechos humanos
hasta la vida va a apostar.

Menos mal que hay quien
conserva un viejo orgullo
y une su grito con el tuyo
para afirmar la dignidad.