Colosenses 1, 24-2, 3Salmo 61, 6-7. 9
Un sábado Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo.Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Levántate y quédate de pie delante de todos. Él se levantó y permaneció de pie.Luego les dijo: Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: Extiende tu mano.Él la extendió y su mano quedó curada.Pero ellos se enfurecieron y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
A continuación de este relato está la constitución de “los Doce”, que aparece en los tres relatos de los sinópticos (Mt, Lc y Mc), poniendo de manifiesto, en su simbolismo, la voluntad de “reconstruir” el Pueblo (las doce tribus de Israel), de hacer Comunidad. Poco importa los nombres, que no coinciden entre las tres narraciones. La fuerza simbólica de las narraciones, se halla en el número doce, en la constitución de pueblo, comunidad.Los humanos mostramos, en general, una tendencia a exagerar los “personalismos”, llegando en ocasiones a la absolutización e idealización, sin ser conscientes de los riesgos que conllevan. Poniendo a “la persona” (a nuestro ego) por encima de todo, incluso reduciendo a Dios al ámbito de “lo personal” se pierde todo referente de Pueblo y comunidad, con lugar auténtico teologal, es decir, de encuentro, de presencia y manifestación auténtica de Dios.El relato de lucas nos recuerda que estamos llamados junto a otros, un llamado a construir comunidad, pueblo, como símbolo del reino. Y nuestro evangelio de hoy, invita a acoger ese llamado de Jesús, junto a otros/as, a construir comunidad, reino, a reconocernos hijos y hermanos, a tender la mano y hacer que otros puedan tenderla también. Una comunidad donde todos tenemos cabida y nadie quede fuera, como recientemente recordaba el Papa Francisco en las Jornadas Mundiales de Lisboa 2023.
Por encima de todo busca el bien de los demás
Cada una de sus almas pesa sobre la mía, mi salvación depende de ellas, en el sentido que yo respondo de ellas y si algunas no son dóciles y escapan a mis cuidados y a mi amor, que nadie en el último día, tenga que reprocharme haberse perdido por debilidad o por dureza. Pues bien, hijos míos, al rezar por ustedes, no dejen de rezar también por su viejo padre. Hijos míos, más que nunca, no somos más que uno; llevemos el peso unos de otros a fin de cumplir la ley de Cristo. (S VII p. 2253)
En tus manos – Jesús Cabello