San Juan Macías – Santos Cornelio y Cipriano

1ª Timoteo 1, 15-17
Salmo 112, 1-5-7


Evangelio: Lucas 6, 43-49

Jesús dijo a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto.
No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.

El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué ustedes me llaman: «Señor, Señor”, ¿y no hacen lo que les digo?
Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca.
Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.

En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos.
Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande
.


Reflexión

Este Evangelio con su parábola de las dos casas, nos recuerdan las imágenes que a veces aparecen en televisión, de torrentes que se llevan por delante construcciones que se hicieron, sin pensar demasiado, en cauces viejos de ríos, que no se debieron taponar o muy cerca de la orilla del mar. No puedo dejar de pensar en la gente que murió por el colapso del edificio de Surfside en Miami en el 2021. Era muy bonito y situado en un lugar caro. Pero eso no impidió el quiebre de su estructura y la muerte de 98 personas, que creían estar seguras en su interior.

Lo que no se ve importa y mucho. Los cimientos hacen a la buena construcción. Es lo que nos pasa a nosotros. A veces somos pura pinta, buena presencia por fuera, buenas relaciones, simpatía, éxitos. Pero ¿y por dentro? Como los barcos, si no tenemos un buen amarre, un ancla que nos permita permanecer firmes a pesar de las tormentas, nuestra vida será como las nubes que van adonde las lleva el viento.

Preguntémonos dónde hacemos pie en nuestra vida. Qué roca de fondo nos sostiene. Se puede vivir sin cimientos relativamente estables en los buenos tiempos, pero cuando llegan los difíciles, hay que estar anclado en la roca firme. Y los malos tiempos siempre llegan. Jesús es una roca firme, segura, que no falla nunca.


Palabras de Gabriel Deshayes


Pero ustedes se elevan y se ponen por encima de los miedos vulgares, mientras que en secreto tienen el alma más cobarde y miedosa, la más débil ante el primer peligro que los amenaza, la menos firme ante los acontecimientos. Se llenan de coraje contra la verdad, pero no tienen fuerzas contra el mundo, y hacen demostraciones de valor loco contra Dios”. (Sermón sobre la Palabra)

Canción

Sólo en Dios – Ain Karem

Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación.
Sólo él es mi roca y mi alcázar.
Junto a él no vacilaré.

¿Quién sostiene la esperanza?
¿Quién consuela el dolor?
¿A quién confiar la vida?
¿En quién poner el corazón?

¿Quién acoge sin reservas?
¿Quién comparte su ración?
¿Quién acompaña la noche?
¿Quién se parte por amor?