San Jenaro

1ª Timoteo 3, 1-13
Salmo 100, 1-3. 5-6

Evangelio: Lucas 7, 11-17

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: No llores.
Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y Jesús dijo: Joven, yo te lo ordeno, levántate.
El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo.
El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.


Reflexión

Este pasaje nos muestra la compasión de Jesús ante las circunstancias desoladoras que las personas pueden atravesar y su autoridad y poder.

Esta es una historia que sólo encontramos en el evangelio de Lucas. Después de sanar al siervo de un centurión en Cafarnaúm (7:1-10), Jesús fue a la ciudad de Naín. Como de costumbre, sus discípulos y muchas otras personas lo seguían. Estando cerca de la puerta de la ciudad observó que estaba ocurriendo un evento: Iban a enterrar al hijo único de una mujer judía que era viuda. Había allí muchas personas de la ciudad.

A esta mujer ya no le quedaba ningún miembro de su familia: su esposo había muerto y ahora había perdido a su único hijo. El evangelista Lucas nos indica que en estas circunstancias “había con ella mucha gente de la ciudad” (v. 12). Este grupo de personas puede representar a la comunidad de fe de esta mujer. Pero, de todas formas, con la muerte de su hijo ella había quedado sola. Esto significaba también que estaría sin la protección social y económica que el hombre daba a la mujer en la sociedad de esos tiempos. Cuando una mujer quedaba viuda eran los hijos quienes pasaban a dar esa protección.

Cuando Jesús vio a esta viuda en su dolor “se compadeció de ella” (v. 13). Sus entrañas más íntimas fueron tocadas al ver su situación. La mujer viuda estaba envuelta en su dolor y es Jesús quien, sin ser requerida su ayuda, fue a ella. Jesús restauró a este joven a la vida y a la familia.

Todos los seres humanos reconocemos que muchas veces la vida es dura. Experimentamos la muerte, enfermedades y muchas otras situaciones difíciles. Consideremos lo difícil que sería enfrentar situaciones desoladoras como estas sin ninguna ayuda de Dios, sin la comunidad de fe, y sin esperanza. Pero sí hay esperanza y compasión divina en medio de estas experiencias difíciles.

Este pasaje bíblico nos lleva a preguntarnos a quién debemos ir ante las situaciones desesperantes de la vida. Tenemos un Dios que se compadece de nosotros y nosotras. Ahora bien, es bueno aclarar que Jesús resucitó al hijo de esta mujer viuda, pero no levantó a cada persona muerta. No siempre Dios actúa o responde de la misma manera, pero su compasión no nos falta. Su compasión y cuidado están presentes hoy.

También el texto bíblico nos lleva a preguntarnos: ¿Reconocemos los “milagros” de cada día? Dios está con sus hijos e hijas en todos los aspectos de la vida. En todos estos aspectos y momentos debemos identificar y agradecer la acción de Dios a nuestro favor, independientemente del medio que utilice para bendecirnos. ¡Dios es un Dios de milagros y compasión en nuestras situaciones más difíciles y en nuestro cotidiano vivir!


Máxima

Creemos en el Dios de la Vida


Palabras de Juan María


En la unión con Dios, principio de toda luz, de toda sabiduría, de toda vida, encontraremos nuestro consuelo, nuestra alegría y nuestra fuerza. (Medios para conservar los frutos del retiro)


Canción

Vida en abundancia – Pascua joven

Los lirios del campo y las aves del cielo
No se preocupan
porque están en mis manos.
Tené confianza en mí,
acá estoy junto a vos.
Amá lo que sos y tus circunstancias.
Estoy con vos, con tu cruz en mi espalda.
Todo terminará bien.
Yo hago nuevas todas las cosas.

Yo vengo a traerte vida,
vida en abundancia, en abundancia.
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida,
Vida en abundancia, en abundancia.

No hice al hombre para que esté solo.
Caminen juntos como hermanos,
sopórtense mutuamente,
ámense unos a otros.
La felicidad de la vida eterna
empieza conmigo en la tierra.
Sentite vivo,
la fiesta del reino comienza acá.