1ª Timoteo 6, 13-16Salmo 99, 1-5
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno». Y una vez que dijo esto, exclamó: «¡El que tenga oídos para oír, que oiga!Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola y Jesús les dijo: A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
Al leer esta parábola uno puede llegar a pensar: ¡Qué malo este sembrador! Cualquiera sabe que en un camino o en tierra sin trabajar, llena de piedras o malezas, no se siembra, porque es tirar semilla y perder el tiempo.Pero Jesús, que de campo sabe bastante, no la dijo por decir. Siempre sus cuentos tienen algo de polémico, que dan que hablar. Como el caso del padre que, después de darle la mitad de sus bienes a su hijo, que lo pierde todo, lo recibe con los brazos abiertos y le hace una fiesta. O el patrón que le paga lo mismo al que trabajó una hora que al que lo hizo un día entero. O el pastor que irresponsablemente deja 99 ovejas solas para buscar a la perdida. Hay que entender que Jesús usa los personajes de su tiempo y sus actividades para dar a conocer el Reino de Dios y sobre todo enseñar cómo es su Padre celestial.Lo primero que nos dice es que Dios, el sembrador, es generoso y no se fija en la calidad humana de cada uno de nosotros. Para todos hace salir el sol y caer la lluvia. Y para todos es la Palabra. Se arriesga a sembrar en corazones duros, petrificados o llenos de espinas. Se arriesga porque no juzga, sino que espera y confía. Sabe que su Palabra no volverá sin frutos. Y no creamos que la semilla sólo da frutos en la ‘tierra buena’ de la catolicidad, que a veces también se llena de espinas y piedras. En muchos corazones humanos, en toda la tierra, palpitan las semillas del Evangelio, dando frutos de amor, de paz, de ayuda mutua.Karl Rahner, quien fue el primero que habló de los ‘cristianos anónimos’, nos dice al respecto: “Más de uno ha encontrado a Jesús sin saber que captaba a Aquél en cuyo destino y muerte se precipitaba como hacia su destino de felicidad y redención. Más de uno ha encontrado a aquél que los cristianos llaman Jesús de Nazaret…” ¡Cuánta bondad, cuánta rectitud, cuánto amor en tanta gente que no conoce a Jesús!Esto no quiere decir que debamos quedarnos callados y no esparcir la semilla, como diciendo: ‘Si son buenos, ya está’. Jesús nos envió como discípulos a todo el mundo a predicar el Evangelio; a ser como el Padre sembrador, generosos en la distribución, sin mirar demasiado si el corazón que recibe la Palabra es digno o no. De eso se encarga Él.
Estén, se los ruego, más atentos que nunca a la divina palabra que les será anunciada desde lo alto de esta cátedra y también a esa palabra interior que golpea los oídos del alma y que penetra en su fondo más íntimo. Recójanse profundamente y escuchen bien lo que Dios les diga por la voz de sus ministros y por la de su conciencia. (Importancia del retiro anual)
Tu Palabra – Salomé Arricibita
Tu palabra da horizonte a quien camina.tu palabra es la luz de cada día.Tu palabra es el agua que empapa las semillasy prepara tierra yerma para dar vida.Tu palabra es lluvia suave que acaricia.Tu palabra es melodía que me invitaa compartirme, con quien necesita,horizonte, agua y luz para su vida.Sembrar, siempre sembrar y creer que llegarála lluvia que fecunda y hace germinar.Sembrar, siempre sembrar, siempre esperarque la lluvia despierte, que la lluvia despierte,que la lluvia despierte la vida que brotará.Tu palabra es para todo el que la escuchasin reservas, ni derechos, ni censuras.Tu palabra es viento libre, es alturapara ver con perspectiva cada duda.Tu palabra da descanso a los cansancios.Tu palabra da refugio a los perdidos.Tu palabra reconforta y quita el frío,que nos va calando dentro sin tu abrigo.Tu palabra es la mirada que nos salva.Tu palabra es el amor hecho mirada.Tu palabra es salvación enamorada,que no excluye ni nos pide a cambio nada.