Pues bien, lo que decimos a los otros, digámonos a nosotros mismos en este momento, pues nosotros tendremos menos disculpas que ellos si por una falta de vigilancia y de valor nos dejásemos llevar por la tibieza o el relajamiento a pesar de nuestras resoluciones y los socorros abundantes que nos son dados por la misericordia de Dios. Como les he hecho observar durante el retiro, no son las grandes tentaciones las que hay que temer, sino esta maldita pereza espiritual que se ampara del alma. (Clausura de un retiro)
Dios mío, que tu voluntad sea siempre la mía.No tengo más que un solo deseo,No oponer jamás la menor resistenciaA lo que pidas de mí.¡Me entrego a ti completamente!Haz lo que quieras de esta pobre criatura. Amén
Debes amar, la arcilla que va en tus manos. Debes amar, su arena hasta la locura,y si no, no la emprendas, que será en vano. Sólo el amor alumbra lo que perdura. sólo el amor convierte en milagro el barro. Debes amar el tiempo de los intentos.Debes amar, la hora que nunca brilla,y si no, no pretendastocar lo cierto. Sólo el amor engendra la maravilla. Sólo el amor consigue encender lo muerto.
Antífona 1Uno se habitúa a vivir en el relajamiento y se imagina que para ser un buen Hermano basta con llevar una conducta que no escandalice a las personas.
Salmo 105 ABondad de Dios e infidelidad del pueblo
Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas de Dios, pregonar toda su alabanza? Dichosos los que respeten el derecho y practican siempre la justicia. Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu herencia. Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades. Nuestros padres en Egipto no comprendieron tus maravillas; no se acordaron de tu abundante misericordia, se rebelaron contra el Altísimo en el mar Rojo, pero Dios los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder. Increpó al mar Rojo, y se secó, los condujo por el abismo como por tierra firme; los salvó de la mano del adversario, los rescató del puño del enemigo; las aguas cubrieron a los atacantes, y ni uno sólo se salvó: entonces creyeron sus palabras, cantaron su alabanza. Bien pronto olvidaron sus obras, y no se fiaron de sus planes: ardían de avidez en el desierto y tentaron a Dios en la estepa. Él les concedió lo que pedían, pero les mandó un cólico por su gula. Envidiaron a Moisés en el campamento, y a Aarón, el consagrado al Señor: se abrió la tierra y se tragó a Datán, se cerró sobre Abirón y sus secuaces; un fuego abrasó a su banda, una llama consumió a los malvados. En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Uno se olvida que un religioso debe aspirar a la santidad, y tender a ella sin cesar, y que no avanzar en el camino al que Dios nos llama, es retroceder hacia el abismo.
Salmo 105 BBondad de Dios e infidelidad del pueblo
Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a Él, para apartar su cólera del exterminio. Despreciaron una tierra envidiable, no creyeron en su palabra; murmuraban en las tiendas, no escucharon la voz del Señor. El alzó la mano y juró que los haría morir en el desierto, que dispersaría su estirpe por las naciones y los aventaría por los países. Se acoplaron con Baal Fegor, comieron de los sacrificios a dioses muertos; provocaron a Dios con sus perversiones, y los asaltó una plaga; pero Finés se levantó e hizo justicia, y la plaga cesó; y se le apuntó a su favor por generación sin término. Lo irritaron junto a las aguas de Meribá, Moisés tuvo que sufrir por culpa de ellos; le habían amargado el alma, y desvariaron sus labios. No exterminaron a los pueblos que el Señor les había mandado; emparentaron con los gentiles, imitaron sus costumbres; adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos; inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas; derramaron la sangre inocente y profanaron la tierra ensangrentándola; se mancharon con sus acciones y se prostituyeron con sus maldades. La ira del Señor se encendió contra su pueblo, y aborreció su heredad; los entregó en manos de gentiles, y sus adversarios los sometieron; sus enemigos los tiranizaban y los doblegaron bajo su poder. Cuántas veces los libró; mas ellos, obstinados en su actitud, perecían por sus culpas; pero él miró su angustia, y escuchó sus gritos. Recordando su pacto con ellos, se arrepintió con inmensa misericordia; hizo que movieran a compasión a los que habían deportado. Sálvanos, Señor, Dios nuestro, reúnenos de entre los gentiles: daremos gracias a su santo nombre, y alabarte será nuestra gloria. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y por siempre. Y todo el pueblo diga: ¡Amén!
Pero ¿qué importa el número de Hermanos, si no están todos animados del espíritu de su santo estado? No será el número el que haga nuestra fuerza, será la virtud y la santidad de cada uno de los miembros de la Congregación. Esta no puede perecer más que por el relajamiento. Es el relajamiento lo que yo temo para ella, no las persecuciones de los hombres.Las persecuciones de los hombres son nuestra gloria, nuestra vida. ¿Y qué puede el mundo contra un religioso digno de este nombre? Que el mundo sea injusto con nosotros, tanto mejor. Que el mundo nos rechace sus envenenados favores, tanto mejor. Si nos odia, tanto mejor. Mayor será la oposición entre él y nosotros, más separados estaremos de él, más fuertes seremos.¡Viva la guerra! ¡Viva nuestra santa guerra contra todos aquellos que se la hacen a Jesucristo! Tendremos que sufrir, sin duda, muchas pruebas. ¡Bendito sea Dios! (Ventajas del retiro)
AntífonaEl fervor de nuestros hermanos reanimará el nuestro, y sin decirnos nada nos hablarán con gran elocuencia. ¡Qué poderosas son las lecciones del ejemplo y al mismo tiempo qué dulce es su autoridad!
Bendito sea el Señor el Dios de Israelporque ha visitado a su pueblo con su salvación.Dios ha suscitado una fuerza de salvaciónen la casa de su siervo David,según lo había dicho en tiempos antiguospor medio de los profetas, profetas que hablaban por él.De los enemigos nuestro Dios nos rescataráy de aquellos que nos odian también.Recordará su alianza y sus juramentosserá fiel a sus promesas, promesas que le hizo a Abraham.Dios va a concedernos que, libres y sin temory arrancados de los que hacen mal,unidos en su reino les demos sirviendocon santidad y justicia por siglos y siglos sin fin.Y a ti niño te llamarán profeta del Señorporque prepararás sus caminos pregonando la paz y el perdón.En su misericordia nuestro Dios nos visitarácomo sol que nos ilumina,guiándonos por senderos de paz.Gloria al Padre Eterno, gloria al Dios Hijo Jesús,gloria al Espíritu Santo, por los siglos y siglos sin fin.
A cada intención respondemos:
Vigilen y oren, dice el Señor
-. Que nunca pongamos la confianza en nuestras fuerzas, sino en la gracia.-. Que siempre estemos atentos a los menores signos de abandono espiritual.-. Que nunca descuidemos los ejercicios comunitarios de piedad, pues ellos nos sostienen en la debilidad.-. Que siempre recurramos a Dios y a nuestros hermanos cuando sintamos que nuestro deseo de seguir a Jesús se debilita.-. Que nunca despreciemos las palabras de los hermanos que nos alertan sobre nuestras actitudes de relajamiento.-. Que siempre, como Familia Menesiana, nos acompañemos en el proceso de crecimiento espiritual hacia la estatura de Jesucristo.
Padre bueno, nos ponemos en tus manos con la certeza que con tu Hijo estamos viviendo el misterio de Getsemaní, misterio de discernimiento entre tu querer y el nuestro; haz que siempre estemos vigilantes y orantes para no caer en la tentación del relajamiento y así poner en juego nuestra opción fundamental. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.