Santos Ángeles custodios

Novena pidiendo la beatificación de Juan María y la salud de los enfermos por su intercesión.

Éxodo 23, 20-23
Salmo 90 1-6. 10-11


Mateo 18, 1-5. 10

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Se los aseguro que, si no vuelven a ser como niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.

El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial
.


Jesús utiliza con frecuencia la imagen del “niño”- y la de “nacer de nuevo” para expresar la condición que se requiere para “entrar en el reino”, es decir para comprender y participar en su propio proyecto, y así, descubrir y vivir nuestra identidad más profunda.

En la Palestina del siglo I, el niño era la imagen del quien no contaba nada; ocupaba siempre el último lugar, y prácticamente no era tenido en cuenta. Esta realidad es la que sirve de trasfondo a la imagen. El hilo conductor de las sentencias de Jesús que se unen en este texto es la referencia a los “pequeños”, sean los discípulos de última hora, sean aquellos otros que se ha alejado.

Los discípulos preguntan por cuestiones de jerarquía, que son ese tipo de preguntas que le encanta a nuestro “ego”: “¿Quién es el más importante…?” Nuestro “YO” vive obsesionado en autoafirmarse a través de cualquier medio, especialmente gracias a algún tipo de poder sobre los demás, aunque sea sutil, como “el poder de la llave” (todos tienen que pedírmela si quieren acceder, y yo decido quien…). Parece que no nos basta con “ser”, nuestro ego necesita ser “alguien”, sentirse “especial”. Se siente incapaz de ser, ser uno mismo, no más. Entonces, ponemos toda nuestra energía en “tener”, en “hacer”, y en el “poder”, en una lucha continua que nunca se acaba de saciar, porque siempre queremos más.

La ironía consiste, en que buscamos fuera esa plenitud en ese tener, hacer y poder, aquello que ya somos. La plenitud está en nuestro interior. Mientras no lo descubrimos, vamos de golpe en golpe, de frustración en frustración, a causa de nuestra ignorancia, ignorando los que somos a los ojos del buen Dios. “Bendito seas Padres, porque has revelado estas cosas a los pequeños y sencillos…”
¿Cómo son mis búsquedas de plenitud? ¿Desde fuera? ¿Desde dentro?


Máxima

En que recibe a un pequeño, recibe a Jesús


Palabras de Juan María


Recordarán que son como los ángeles tutelares y guardianes de la inocencia de los niños que la Providencia les ha confiado e intentarán inspirarles, con prudencia, un gran amor por la pureza y gran horror de lo que hiere esta virtud” (R. FIC 36-37) 


Cuídame – Canción de Pedro Guerra y Jorge Drexler

Cuida de mis labios,
cuida de mi risa.
Llévame en tus brazos,
llévame sin prisa.

No maltrates nunca mi fragilidad.
Pisare la tierra que tú pisas.
Pisare la tierra que tú pisas.

Cuida de mis manos,
cuida de mis dedos,
dame la caricia
que descansa en ellos.

No maltrates nunca mi fragilidad.
Yo seré la imagen de tu espejo,
yo seré la imagen de tu espejo.

Cuida de mis sueños,
cuida de mi vida.
Cuida a quien te quiere,
cuida a quien te cuida.

No maltrates nunca a mi fragilidad.
Yo seré el abrazo que te alivia,
yo seré el abrazo que te alivia.

Cuida de mis ojos,
cuida de mi cara.
Abre los caminos,
dame las palabras.

No maltrates nunca mi fragilidad.
Soy la fortaleza del mañana,
soy la fortaleza de mañana.

Cuida de mis sueños,
cuida de mi vida
Cuida a quien te quiere,
cuida a quien te cuida.

No maltrates nunca a mi fragilidad.
Yo seré el abrazo que te alivia,
yo seré el abrazo que te alivia.

Oración por el Capítulo General