Hechos 1, 12-14Lucas 1, 46-55 (Salmo)
En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.Pero el Ángel le dijo: No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.María dijo al Ángel: ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?El Ángel le respondió: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.María dijo entonces: Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.Y el Ángel se alejó.
El Ángel Gabriel visita a María y la saludó diciendo “¡Alégrate! el Señor está contigo”. María se pregunta por el significado del saludo. Pero el Ángel le responde: “No tema porque Dios te ha favorecido… darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». Es la gran misión de María. También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo, sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue, sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: hemos de ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir a Jesús.Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. María ha de ser nuestro modelo. (Pagola)
Un ángel le anuncia a María que va a ser la Madre de Dios: Ella adopta el título de sierva del Señor. ¡Oh, profunda humildad de María! ¡Qué pocos admiradores tienes entre aquéllos que toman el título de servidores y servidoras del Señor y de su madre! (Sermón sobre la Virgen)
Me quedé sin voz con qué cantar,y mi alma vacía dormía en sequedad.Y pensé para mí, me pondré en sus manos,manos de madre, me dejaré en su amor.y tú, María, hazme música de Dios.Y tú, María, anima tú las cuerdasde mi alma. Aleluya, amén.María, acompaña tú mi caminar.Yo sólo no puedo, ayúdame a andar.Y pensé para mí, me pondré sus manos,manos de madre, me dejaré en su amor.