Nuestra Señora del Rosario

Hechos 1, 12-14
Lucas 1, 46-55 (Salmo)


Evangelio: Lucas 1, 26-38

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
María dijo al Ángel: ¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?
El Ángel le respondió: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.
María dijo entonces: Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.
Y el Ángel se alejó.


El Ángel Gabriel visita a María y la saludó diciendo “¡Alégrate! el Señor está contigo”. María se pregunta por el significado del saludo. Pero el Ángel le responde: “No tema porque Dios te ha favorecido… darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». Es la gran misión de María.

También a nosotros, como a María, se nos confía una misión: contribuir a poner luz en medio de la noche. No estamos llamados a juzgar al mundo, sino a sembrar esperanza. Nuestra tarea no es apagar la mecha que se extingue, sino encender la fe que, en no pocos, está queriendo brotar: hemos de ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir a Jesús.

Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. María ha de ser nuestro modelo. (Pagola)


Palabras de Gabriel


Un ángel le anuncia a María que va a ser la Madre de Dios: Ella adopta el título de sierva del Señor. ¡Oh, profunda humildad de María! ¡Qué pocos admiradores tienes entre aquéllos que toman el título de servidores y servidoras del Señor y de su madre! (Sermón sobre la Virgen)


María, música de Dios – Kairoi

Me quedé sin voz con qué cantar,
y mi alma vacía dormía en sequedad.
Y pensé para mí, me pondré en sus manos,
manos de madre, me dejaré en su amor.

y tú, María, hazme música de Dios.
Y tú, María, anima tú las cuerdas
de mi alma. Aleluya, amén.

María, acompaña tú mi caminar.
Yo sólo no puedo, ayúdame a andar.
Y pensé para mí, me pondré sus manos,
manos de madre, me dejaré en su amor.