Naruc 1, 15-22Salmo 78, 1-5. 8-9
Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió.
Señor, me invitas a ensanchar mi corazón.En tu evangelio yo no encuentro una parábola que diga: “El reino de los cielos se parece a una cesta de manzanas que, si se pudre una, contamina a las demás. Sí encuentro que dices: “el reino de los cielos es semejante a la levadura que pone una mujer en la artesa y hace fermentar toda la masa”. La cizaña no tiene miedo al trigo ni el bien al mal. Gracias, Señor, por esta visión tuya tan positiva.La expresión ¡Ay! repetida expresa una lamentación por parte de Jesús, pero no una condena. Jesús ni condena, ni castiga, ni amenaza. Es importante descubrir estos sentimientos tan nobles y tan profundos de Jesús para cambiar nuestras actitudes de enfrentamiento, de venganza y de rechazo.Por demás hemos sufrido a lo largo de la historia con tantas guerras de religiones. Y, sobre todo, por demás hemos hecho sufrir a nuestro Padre Dios por matarnos unos a otros. Todas las guerras son “fratricidas”. No hay sólo guerras de naciones contra naciones, de religión contra religión, de hombres contra hombres. Todas son guerras de “hermanos contra hermanos”. La historia es vieja y se repite: Caín sigue matando a Abel, su hermano. El enfrentamiento de los hermanos afecta a la creación entera. Somos los hombres los que destruimos bosques, quemamos mieses, ensuciamos ríos y contaminamos los mares. Somos las personas las que destruimos “nuestra casa común”, como ha dicho el Papa Francisco.Señor, quiero volver a tu proyecto original del Paraíso. Quiero que sople sobre el jardín, esa “suave brisa” signo de tu presencia. Con ella vendrá la paz y la armonía sobre la familia humana y sobre la obra de la Creación. Si por un hombre, Adán, vino la destrucción y la muerte, por otro hombre, llamado Jesús, nos ha venido la restauración y la vida. ¡Gracias, Señor!
Jesús se lamenta por nosotros
Desde hace algún tiempo sufro por lo que preveo. Sin embargo, no te he dicho nada porque temía que mis reflexiones y mis consejos no te gustaran. Todavía hoy me cuesta abrir la boca y voy a escribirte lo que pienso. En el momento en que creo que tú te inventas tantos lamentos y dolores, no hablarte una última vez, sería olvidar que soy tu hermano.” (Carta a Feli, abril 1815)
Se me está olvidando todode hace un tiempo para acá.Ni de corto ni de largo plazologro recordar.Se me está olvidando todoy aunque aún no tengo edad,una amnesia prematura sufro ya.Se me olvida que jamásme has dejado a la deriva,y que en la mesa has puesto el panpuntualmente cada día.Es que se me olvidan los milagrosque asombrado recibí.Es que se me olvidaque estás siempre junto a mí.Se me está olvidando todoy este mal particulartiene efectos secundarios,como toda enfermedad.Hay fatiga generalhay depresión, hay ansiedady un insomnio permanenteque me impide descansar.Se me olvida que jamásme has dejado a la derivay que en la mesa has puesto el panpuntualmente cada día.Es que se me olvidan los milagrosque asombrado recibí.Es que se me olvidaque estás siempre junto a mí.Ay, ayúdame,Señor, a recordartantas veces que he podidover tu gran fidelidad.Se me olvida que jamásme has dejado a la derivay que en la mesa has puesto el panpuntualmente cada día.Es que se me olvidan los milagrosque asombrado recibí.Es que se me olvidaque estás siempre junto a míJunto a mí, (oh-oh, oh-oh)No quiero seguir, (oh-oh, oh-oh)olvidando así. (oh-oh, oh-oh)Yo quiero vivir, (oh-oh, oh-oh)aferrado a ti.