San Bruno – Beata María Rosa Durocher

Naruc 1, 15-22
Salmo 78, 1-5. 8-9


Evangelio: Lucas 10, 13-16

Jesús dijo: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió.

Señor, me invitas a ensanchar mi corazón.
En tu evangelio yo no encuentro una parábola que diga: “El reino de los cielos se parece a una cesta de manzanas que, si se pudre una, contamina a las demás. Sí encuentro que dices: “el reino de los cielos es semejante a la levadura que pone una mujer en la artesa y hace fermentar toda la masa”. La cizaña no tiene miedo al trigo ni el bien al mal.
Gracias, Señor, por esta visión tuya tan positiva.

La expresión ¡Ay! repetida expresa una lamentación por parte de Jesús, pero no una condena. Jesús ni condena, ni castiga, ni amenaza. Es importante descubrir estos sentimientos tan nobles y tan profundos de Jesús para cambiar nuestras actitudes de enfrentamiento, de venganza y de rechazo.

Por demás hemos sufrido a lo largo de la historia con tantas guerras de religiones. Y, sobre todo, por demás hemos hecho sufrir a nuestro Padre Dios por matarnos unos a otros. Todas las guerras son “fratricidas”. No hay sólo guerras de naciones contra naciones, de religión contra religión, de hombres contra hombres. Todas son guerras de “hermanos contra hermanos”. La historia es vieja y se repite: Caín sigue matando a Abel, su hermano. El enfrentamiento de los hermanos afecta a la creación entera. Somos los hombres los que destruimos bosques, quemamos mieses, ensuciamos ríos y contaminamos los mares. Somos las personas las que destruimos “nuestra casa común”, como ha dicho el Papa Francisco.

Señor, quiero volver a tu proyecto original del Paraíso. Quiero que sople sobre el jardín, esa “suave brisa” signo de tu presencia. Con ella vendrá la paz y la armonía sobre la familia humana y sobre la obra de la Creación. Si por un hombre, Adán, vino la destrucción y la muerte, por otro hombre, llamado Jesús, nos ha venido la restauración y la vida. ¡Gracias, Señor!


Máxima

Jesús se lamenta por nosotros


Palabras de Juan María


Desde hace algún tiempo sufro por lo que preveo. Sin embargo, no te he dicho nada porque temía que mis reflexiones y mis consejos no te gustaran. Todavía hoy me cuesta abrir la boca y voy a escribirte lo que pienso. En el momento en que creo que tú te inventas tantos lamentos y dolores, no hablarte una última vez, sería olvidar que soy tu hermano.” (Carta a Feli, abril 1815)


Se me olvida – Santiago Benavides

Se me está olvidando todo
de hace un tiempo para acá.
Ni de corto ni de largo plazo
logro recordar.

Se me está olvidando todo
y aunque aún no tengo edad,
una amnesia prematura sufro ya.

Se me olvida que jamás
me has dejado a la deriva,
y que en la mesa has puesto el pan
puntualmente cada día.
Es que se me olvidan los milagros
que asombrado recibí.
Es que se me olvida
que estás siempre junto a mí.

Se me está olvidando todo
y este mal particular
tiene efectos secundarios,
como toda enfermedad.

Hay fatiga general
hay depresión, hay ansiedad
y un insomnio permanente
que me impide descansar.

Se me olvida que jamás
me has dejado a la deriva
y que en la mesa has puesto el pan
puntualmente cada día.
Es que se me olvidan los milagros
que asombrado recibí.
Es que se me olvida
que estás siempre junto a mí.

Ay, ayúdame,
Señor, a recordar
tantas veces que he podido
ver tu gran fidelidad.

Se me olvida que jamás
me has dejado a la deriva
y que en la mesa has puesto el pan
puntualmente cada día.
Es que se me olvidan los milagros
que asombrado recibí.
Es que se me olvida
que estás siempre junto a mí
Junto a mí, (oh-oh, oh-oh)

No quiero seguir, (oh-oh, oh-oh)
olvidando así. (oh-oh, oh-oh)
Yo quiero vivir, (oh-oh, oh-oh)
aferrado a ti.

Oración por el Capítulo General