Te ofrezco, ¡oh Dios!mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,mi reputación, mi cuerpo,mi alma, mi vida;me entrego todo, sí todo, sin excepción.Dispón pues de míy de todo lo que es mío,según te plazca.Yo no tengo ahora otro pensamiento,otro deseo,que el de contribuir a tu gloriasegún la medida completade mis medios y mis fuerzas.(Juan María)
Todos los Hermanos, sean cuales fueren sus funciones, su edad o su salud, están verdaderamente asociados a la obra apostólica del Instituto por su oración, sus trabajos, sus sufrimientos y la santidad de su vida.
La humildad es madre de la obediencia, y la madre y la hija son inseparables; así pues, para que se mantenga la obediencia entre nosotros tenemos que ser humildes.
1978: François Kerneur (Elphège-Lucien)