Jonás 3, 10; 4, 1-11Salmo 85, 3-6. 9-10
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.Él les dijo entonces: Cuando oren, digan:Padre, santificado sea tu Nombre,que venga tu Reino,danos cada día nuestro pan cotidiano;perdona nuestros pecados,porque también nosotros perdonamosa aquellos que nos ofenden;y no nos dejes caer en la tentación.
Para rezar no hay necesidad de hacer ruido ni creer que es mejor derrochar muchas palabras. No podemos confiarnos al ruido, al alboroto de la mundanidad, que Jesús identifica con “tocar la tromba” o “hacerse ver el día de ayuno”.Para rezar no es necesario el ruido de la vanidad: Jesús dijo que esto es un comportamiento propio de los paganos. La oración no es algo mágico; no se hace magia con la oración; esto es pagano.Entonces, ¿cómo se debe orar?Jesús nos lo enseñó: Dice que el Padre que está en el Cielo “sabe lo que necesitan, antes incluso de que se lo pidan”. Por lo tanto, la primera palabra debe ser “Padre”. Esta es la clave de la oración. ¿Es un padre solamente mío? No, es el Padre nuestro, porque yo no soy hijo único. Ninguno de nosotros lo es. Y si no puedo ser hermano, difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre, con certeza, mío, pero también de los demás, de mis hermanos. (Papa Francisco, Santa Marta, 2013)Queridos hermanos y hermanas, no estamos jamás solos. Podemos estar lejos, hostiles, podemos también profesarnos «sin Dios». Pero el Evangelio de Jesucristo nos revela que Dios no puede estar sin nosotros: Él no será jamás un Dios «sin el hombre»; es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un gran misterio. Y esta certeza es la fuente de nuestra esperanza, que encontramos conservada en todas las invocaciones del Padre Nuestro. Cuando tenemos necesidad de ayuda, Jesús no nos dice de resignarnos y cerrarnos en nosotros mismos, sino de dirigirnos al Padre y pedirle a Él con confianza. Todas nuestras necesidades, desde las más evidentes y cotidianas, como el alimento, la salud, el trabajo, hasta aquellas de ser perdonados y sostenidos en la tentación, no son el espejo de nuestra soledad. Existe en cambio un Padre que siempre nos mira con amor, y que seguramente no nos abandona. (Papa Francisco, 07-06-2017)
Dios es Padre de todos
¡Oh, si pudieran escuchar la voz de su Padre que está en los cielos y obedecerle con la humilde docilidad y con la sencillez de la fe que les hace respetar las palabras de un padre o de una madre! (Carta a Querret)
Padre nuestro, que estás en la alegría,que sea cada día santificado tu gozo.Que venga, Señor, tu risa a nuestras carasy en cielo y tierra se haga tu buen humor.Y danos hoy nuestra sonrisa cotidiana;perdónanos porque nos cuesta contagiarla,como nosotros perdonamos caras largas.Y no nos dejes creer que esta vida es amarga.Y líbranos del mal… humor, líbranos del mal humor.