San Calixto, papa

Liturgia de las horas: Rezamos con el tema POBRES


Joel 4, 12-21
Salmo 96, 1-2. 5-6. 11-12

Lucas 11, 27-28

Jesús estaba hablando cuando una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: ¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!
Jesús le respondió: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.


Muchas veces el cariño que sentimos hacia María se trasluce en un mohín de disgusto al escuchar este pasaje. ¿No fue Jesús injusto -o a lo menos descortés- con su madre al responder así ante el piropo que le brindaban? A simple vista podría parecer que sí, pero si lo pensamos más aguda y profundamente, concluiremos que lo que en realidad buscó -y logró- con esa respuesta, fue que María no fuese alabada y querida por el hecho físico de llevar a Jesús en el seno y alimentarlo, sino por algo infinitamente más grande: cumplir la voluntad de Dios y perseverar en ella todos los días de su vida.

María -aun siendo madre de Dios- tenía todos los ingredientes para ser una perfecta infeliz: de clase baja, en un país ocupado, perseguida por la autoridad, prófuga en Egipto con un niño recién nacido, viuda en plena juventud, solitaria en una aldehuela miserable, con un hijo al que la familia considera loco, víctima de las lenguas que le cuentan cómo los poderosos desprecian a su único hijo -un predicador- y buscan su muerte. Y lo más impresionante, su propio hijo la abandona y aparentemente la infravalora en público.

Tenemos buenos argumentos para un melodrama o una telenovela lacrimógena. Jesús -contra todo pronóstico- la presenta como modelo de felicidad sólo porque oyó y cumplió la palabra de Dios. A veces sentimos que nos agobia el mucho trabajo, el estrés, el estrecho sueldo que hay que estirar cada mes, los plazos del coche, la casa y los electrodomésticos que aún no pagamos… Sufrimos porque no entendemos la actitud de ese hijo que se entrega completamente a Dios y parece que nos abandona en el momento más difícil para la familia. Todo esto y mucho más vivió la Virgen, añadiendo el aparente abandono de Dios. Sin embargo, aquí no se queda la historia.

María vivió en esta vida las cosas más grandes y sublimes, fue elegida predilecta de Dios en todo momento y el amor de Dios invadía su persona y, por tanto, su vida. María rezaba. Nosotros también podemos vivir cosas similares a ella y hemos de ser conscientes de que ante todo, las cruces son una muestra del amor inmenso de Dios, del amor de predilección de Dios hacia nosotros. Él nunca va a dejar que estemos siendo tentados por encima de nuestras fuerzas. Y siempre nos dará el ciento por uno y la vida eterna, cada vez que dejemos todo y le sigamos. (Catholic.net)


Palabras de Juan María


Es necesario que sean como María, los siervos del Señor, para que las palabras de vida, las promesas de gloria y misericordia se cumplan en ustedes, para que se cumplan según su palabra. (S. III, Sermón sobre el compromiso)


María, mírame – Yuli & Josh

María, mírame, María, mírame.
Si Tú me miras
Él también me mirara.

Madre mía, mírame,
de la mano llévame
muy cerca de Él,
que ahí me quiero quedar.

María, cúbreme con tu manto,
que tengo miedo, no sé rezar;
que por tus ojos misericordiosos
tendré la fuerza, tendré la paz.

Madre, consuélame de mis penas.
Es que no quiero ofenderle más.
Que por tus ojos misericordiosos
quiero ir al cielo y verlos ya.

En tus brazos quiero descansar