Isaías 45, 1.4-6Salmo 95, 1.3-5.7-10ac1ª Tesalonicenses 1, 1-5b
Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto.Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: ¿De quién es esta figura y esta inscripción? Le respondieron: Del César. Jesús les dijo: Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.
“A espaldas de Jesús, los fariseos llegan a un acuerdo para prepararle una trampa decisiva. No vienen ellos mismos a encontrarse con él. Le envían a unos discípulos acompañados por unos partidarios de Herodes Antipas. Tal vez no faltan entre ellos algunos poderosos recaudadores de los tributos para Roma…La trampa está bien pensada: «¿Estamos obligados a pagar tributo al César o no?» Si responde negativamente le podrán acusar de rebelión contra Roma. Si legitima el pago de tributos quedará desprestigiado ante aquellos pobres campesinos que viven oprimidos por los impuestos, y a los que él ama y defiende con todas sus fuerzas.La respuesta de Jesús ha sido resumida de manera lapidaria a lo largo de los siglos en estos términos: «Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Pocas palabras de Jesús habrán sido tan citadas como estas. Y ninguna, tal vez, más distorsionada y manipulada desde intereses muy ajenos al Profeta defensor de los pobres. Jesús no está pensando en Dios y en el César de Roma como dos poderes que pueden exigir cada uno, en su propio campo, sus derechos a sus súbditos.Como todo judío fiel, Jesús sabe que a Dios «le pertenece la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes» (Salmo 24). ¿Qué puede ser del César que no sea de Dios? ¿Acaso no son hijos de Dios los súbditos del emperador y el emperador mismo? Jesús no se detiene en las diferentes posiciones que enfrentan en aquella sociedad a herodianos, saduceos o fariseos sobre los tributos a Roma y su significado: si llevan la «moneda del tributo» en sus bolsas, que cumplan sus obligaciones. Jesús no la lleva. Él no vive al servicio del Imperio de Roma, sino abriendo caminos al reino de Dios y su justicia.Por eso les recuerda algo que nadie le ha preguntado: «Den a Dios lo que es de Dios». Es decir, no den a ningún César lo que solo es de Dios: la vida de sus hijos y su dignidad. Como ha repetido tantas veces a sus seguidores, los pobres son de Dios, los pequeños son sus predilectos, el reino de Dios les pertenece. Nadie ha de abusar de ellos.No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Y, sin duda, ningún poder sacrifica hoy más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción que esa «dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano» que, según el papa Francisco, han logrado imponer los poderosos de la tierra. No podemos permanecer pasivos e indiferentes acallando la voz de nuestra conciencia con las prácticas religiosas”. (Pagola)Los menesianos, desde las plataformas educativas, estamos convocados carismáticamente a poner a Jesucristo en el centro de la propuesta pedagógico-pastoral. Proponerlo a él es proponer su pienso, su estilo de relaciones, sus prioridades, su concepción del mundo y de las personas; donde la lógica económica no rija nuestras relaciones sino la del servicio, donde todos somos responsables del cuidado de la casa común, donde el más pequeño (el pobre) es el preferido, donde la dinámica tramposa no es la que manda, donde servimos a Dios cuidando de los que nos son confiados y haciendo de nuestras vidas un culto agradable al Padre, por Jesucristo en el Espíritu.Eso es dar a Dios lo que es de Dios.
Jesús y la gente: no se deja presionar por el poder, por la ‘patota de discípulos de los fariseos y herodianos’ que se unen para combatir al enemigo en común que tienen. Jesús no se deja amedrentar por ellos. Descubre la trampa y responde con la libertad de los hijos de Dios. Se interesa por la dinámica que usan, pero no queda enganchado en ella. Es capaz de ir más allá y solo responderles a la pregunta de una manera insospechada, sino que aporta otros elementos que los deja admirados, con la boca abierta, desconcertados. Su respuesta fue superadora de la situación. ¿Cómo me posiciono ante los dilemas, soy capaz de ir más allá, como Jesús?
Que otros, pues, tengan envidia de esos hombres a quienes en su ignorancia llaman los felices de la época; por mi parte, que he visto de cerca a esos grandes hombres, tan orgullosos de sus dignidades, sus condecoraciones y sus títulos, que los he visto en la corte de los reyes, consumidos por ansiedades, disgustos y molestias, devorados por una ambición insaciable, atormentados por la gloria, me compadecí de sus miserias y dije en mi corazón: Bienaventurado el pobre cuya oscura existencia es tan pacífica, bienaventurado el pobre que se va tranquilamente a su casa de la eternidad. Verdaderamente, vale la pena cansarse de fatigas y preocupaciones, para repetir al morir las palabras de un viejo emperador, que había ascendido desde los rangos más bajos del ejército hasta el trono de los Césares: «Lo he sido todo y todo es inútil” (Sobre el fin último)
Vivo en el lado oculto de la vida.Yo voy por la vereda de la sombra.Lo mío es el rumor de un arroyito,el beso de la brisa entre las hojas.Y las flores de plástico me duelen:La tierra y las raíces me conmueven.Vivo en el lado desnudamente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.Vivo en el lado lento de la vida.Amo lo que se gesta en el silencio:Terco fluir del río en la llanura…Los embarazos… Y el muy sabio invierno.Soy figura emergiendo de la piedra.Los montes me contagian su certeza.Vivo en el lado pacientemente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.Vivo en el lado tierno de la vida.Voy desarmando fosos y castillos.Ya no quiero ser duro pero muerto.Prefiero vulnerable, pero vivo.La falda de mamá… el olor de casa…Y tu abrazo de amor que hoy me rescata.Vivo en el lado entrañablemente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.Vivo en el lado pobre de la vida.Donde la sencillez airea tu casa.Donde el ‘Te necesito’ no avergüenza.Donde nace del alma el ‘Muchas gracias’.Donde nadie te lleva por delantemontado en super vidas importantes…Vivo en el lado pequeñamente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.Vivo en el lado manso de la vida.Le creo solamente a los pacíficos.Por eso me avergüenzan mis violencias:Quiero a mi corazón quieto en su nido.¡Triste arrogancia de los ganadores!No subo el Monte Olimpo de esos dioses.Vivo en el lado sufridamente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.Vivo en el lado espeso de la vida.Sangro la sangre de los doloridos.No adoro ideas claras y distintas:Dramático y más turbio es nuestro río.¡Cruz de autenticidad esperando el alba…!Y, oscuramente… Dios… eje de mi alma.Vivo en el lado complejamente humano de la vida.Vivo en el lado sagradamente humano de la vida.