Paternidad Carismática (II)

Al viajar mis pobres hijos se alejan de mí; me consuelo al pensar, Señor, que usted querrá ser su segundo padre y darles a menudo consejos: tendrán necesidad de ellos en la situación nueva donde se van a encontrar y donde estarán expuestos a tantos peligros; pero también no dudo que serán dóciles a sus consejos y que los valorarán. (JMLM al prefecto apostólico de Guadalupe, 1938)


Himno

Para sentirse MenesianoMauricio Achem

Para vivir, para sentirse Menesiano,
es necesario conocer cuál es la ruta:
Ser misionero en las aulas
y acompañar el caminar
que Jesucristo nos propone disfrutar.

El carisma es el lazo que nos une,
establece pertenencia entre nosotros.
Nos une a nuestro padre
bendiciendo y enseñando,
dando a la labor docente un gran sentido.

Recordarán que son como los ángeles
tutelares y guardianes con los niños.
La Providencia les ha confiado
su educación e integridad,
el amor siempre puesto en los demás.


Salmodia

Antífona 1
No dudo, hijos míos, que reconocerán en la franqueza de mi lenguaje, la amistad cristiana de su anciano padre.

Salmo 138
Dios está en todas partes y lo ve todo  
 

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. 

No ha llegado la palabra a mi lengua, 
y ya, Señor, te la sabes toda. 
Me estrechas detrás y delante, 
me cubres con tu palma. 
Tanto saber me sobrepasa, 
es sublime, y no lo abarco. 

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 
adónde escaparé de tu mirada? 
Si escalo el cielo, allí estás tú; 
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; 

si vuelo hasta el margen de la aurora, 
si emigro hasta el confín del mar, 
allí me alcanzará tu izquierda, 
me agarrará tu derecha. 

Si digo: «que al menos la tiniebla me encubra, 
que la luz se haga noche en torno a mí», 
ni la tiniebla es oscura para ti, 
la noche es clara como el día. 

Tú has creado mis entrañas, 
me has tejido en el seno materno. 
Te doy gracias, 
porque me has escogido portentosamente, 
porque son admirables tus obras; 
conocías hasta el fondo de mi alma, 
no desconocías mis huesos. 

Cuando, en lo oculto, me iba formando, 
y entretejiendo en lo profundo de la tierra, 
tus ojos veían mis acciones, 
se escribían todas en tu libro; 
calculados estaban mis días 
antes que llegase el primero. 

¡Qué incomparables encuentro tus designios, 
Dios mío, qué inmenso es su conjunto! 
Si me pongo a contarlos, son más que arena; 
si los doy por terminados, aún me quedas tú. 

Señor, sondéame y conoce mi corazón, 
ponme a prueba y conoce mis sentimientos, 
mira si mi camino se desvía, 
guíame por el camino eterno.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
No dudo, hijos míos, que reconocerán en la franqueza de mi lenguaje, la amistad cristiana de su anciano padre.

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Antífona 2
Hijos míos muy amados, reciban con una humilde sumisión mis reprimendas paternales, (…) ya que antes que reproches son advertencias.

Salmo 15
El Señor es el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; 
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». 
Los dioses y señores de la tierra 
no me satisfacen. 

Multiplican las estatuas 
de dioses extraños; 
no derramaré sus libaciones con mis manos, 
ni tomaré sus nombres en mis labios. 

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; 
mi suerte está en tu mano: 
me ha tocado un lote hermoso, 
me encanta mi heredad. 

Bendeciré al Señor, que me aconseja, 
hasta de noche me instruye internamente. 
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré. 

Por eso se me alegra el corazón, 
se gozan mis entrañas, 
y mi carne descansa serena. 
Porque no me entregarás a la muerte, 
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 

Me enseñarás el sendero de la vida, 
me saciarás de gozo en tu presencia, 
de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 2
Hijos míos muy amados, reciban con una humilde sumisión mis reprimendas paternales, (…) ya que antes que reproches son advertencias.


Palabras de Juan María

Me hablarán no como a un superior al que se teme, sino como a un padre de quien se conoce la indulgencia y la ternura, como a un amigo en cuyo seno se tiene necesidad de derramar toda el alma; pobres hijos, los consolaré, los aclararé, los tomaré en mis brazos, por miedo a que sus pies, como dice la Escritura, no tropiecen con una piedra; no es bastante decir, les calentaré en mi corazón (S.VII.p.2276)


Cántico de María

Antífona
Queridos hijos: En esta época memorable del año, mi pensamiento se transporta naturalmente hacia ustedes, hijos míos muy amados.

Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,
gózase mi espíritu en mi Salvador.
Él es mi alegría, es mi plenitud,
Él es todo para mí.

Ha mirado la bajeza de su esclava,
muy dichosa me dirán todos los pueblos
porque en mí ha hecho grandes maravillas
Él que todo puede, cuyo Nombre es Santo.

Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman,
desplegó el gran poder de su derecha,
dispersó a los que piensan que son algo.

Derribó a los potentados de sus tronos,
elevó a los humildes y a los pobres,
los hambrientos se saciaron con sus bienes
y alejó de sí, vacíos a los ricos.

Acogió a Israel, su humilde siervo
acordándose de su misericordia,
como había prometido a nuestros padres,
a Abraham y descendencia para siempre.

Antífona
Queridos hijos: En esta época memorable del año, mi pensamiento se transporta naturalmente hacia ustedes, hijos míos muy amados.


Preces

A cada intención respondemos:

Gracias, Padre, por hacernos hijos en el Hijo.

-. Por la gracia recibida en el Bautismo y por quienes lo hicieron posible.
-. Por nuestros padres y padrinos que al educarnos en la fe nos abrieron a la trascendencia.
-. Por la Consagración religiosa que ha potenciado la realidad bautismal y nos ha signado en una congregación que de Hermanos.
-. Por Juan María de La Mennais y Gabriel Deshayes que vivió el ministerio del acompañamiento de los Hermanos como un Padre lo hace con sus hijos.
-. Por cada uno de los que formamos la Familia Menesiana para que al acrecentar la conciencia de hijos e hijas, vivamos con más intensidad el sabernos hermanos y hermanas al servicio del Reino.


Padre nuestro


Oración final

Señor, tú que nos has dado en Juan María y en Gabriel unos padres según tu corazón, apasionados por la educación cristiana de los niños y jóvenes, haz que vivamos como hijos tuyos y hermanos entre nosotros, haciendo de la fraternidad un signo profético del Reino. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén