Recordamos el fallecimiento de nuestro Hermano Wences
Lecturas del día:
Romanos 6, 19-23Salmo 1, 1-4. 6
Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido. Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: “He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo… ¿Piensan que he venido a traer al mundo paz? No, sino división”. No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.El creyente en Jesús no debe ser una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden, porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares. Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo “en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser”.Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: “Sólo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución”, decía Emmanuel Mounier. (José Antonio Pagola)Como Familia Menesiana podemos preguntarnos:¿El proyecto educativo de nuestras comunidades encienden el fuego que vino a traer a Jesús?La Familia Menesiana, ¿es fiel a la fuerza transformadora que le dio origen en la persona de Juan María y Gabriel: “Mis han sido fundadas para dar a conocer y amar a Jesucristo?
Jesús trajo el fuego del amor
Que ninguno dude como tampoco yo mismo dudo, en hacer todos los sacrificios que exigen la gloria de Dios y la salvación de las almas. De esta disposición depende de un modo especial la perpetuidad de la obra que juntos vamos a fundar. Lejos de nosotros las faltas de resolución y los tristes cálculos de la prudencia humana. Es necesario que los espíritus se eleven, que todos los corazones estén en lo alto, y que todos respondan: nuestra libertad, nuestro cuerpo, nuestra vida son del Señor, no somos de nosotros mismos somos de Dios Sólo” (a los religiosos de San Pedro, 7-9-1834)
Hay fuego en ti que puedes compartir,no debes esperar para servir.Fuego soy, no hay fuego sin amor.Yo quiero ser, Señor, tu servidor.Cuando te encuentres en la oscuridad,cuando creas que todo va mal.Cuando tus pasos vayan marcha atrásy la tristeza te empiece a voltear.Tú no debes temer, confía ya verás.¡Juntos podemos luchar!Tristeza, hambre, miedo y soledadlas personas dejaron de amar.Sentados nada vamos a cambiar.¡Salgamos todos al mundo incendiar!María, aquí estoy, si lo pides, yo voy;te entrego mi corazón.