La profesión religiosa es, pues, participación en el sacerdocio de Jesucristo, puesto que nos asocia a las funciones divinas de su redención, a su caridad por las personas, como a su celo por la gloria del Padre. Es por esto que su estado exige una perfección tan grande y virtudes celestes. (Profesión de una religiosa)
Un fuego que enciende otros fuegos – Noviciado San Ignacio
En todo amaré, en todo serviré, Señor Jesús.Un fuego que enciende otros fuegos, quiero ser. (4)Llamada de certeza que grita en mí conciencia.Mi respuesta es ofrenda, tu voz en mi corazón./En todo amaré, en todo serviré, Señor Jesús.Un fuego que enciende otros fuegos, quiero ser (4)Antes que yo naciera, desde el vientre de mi madremi nombre consagraste al servicio de tu amor./En todo amaré, en todo serviré, Señor Jesús.Un fuego que enciende otros fuegos, quiero ser (4)Llegado el momento de darte lo que siento,de vivir por los demás.Construir un mundo nuevo es donarse por completo,es pues amor, es pues amar./En todo amaré, en todo serviré, Señor Jesús.Un fuego que enciende otros fuegos, quiero ser (6)
Antífona 1Si nuestro celo es ardiente, debe ser también tranquilo.
Salmo 77Escucha, pueblo mío, mi enseñanza
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, inclina el oído a las palabras de mi boca: que voy a abrir mi boca a las sentencias, para que broten los enigmas del pasado. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo ocultaremos a sus hijos, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder, las maravillas que realizó; porque él estableció una norma para Jacob, dio una ley a Israel. Él mandó a nuestros padres que lo enseñaran a sus hijos, para que lo supiera la generación siguiente, los hijos que nacieran después. Que surjan y lo cuenten a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza y no olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos; para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz; generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios. Los arqueros de la tribu de Efraín volvieron la espalda en la batalla; no guardaron la alianza de Dios, se negaron a seguir su ley, echando en olvido sus acciones, las maravillas que les había mostrado, cuando hizo portentos a vista de sus padres, en el país de Egipto, en el campo de Soán: hendió el mar para darles paso, sujetando las aguas como muros; los guiaba de día con una nube, la noche con el resplandor del fuego; hendió la roca en el desierto, y les dio a beber raudales de agua; sacó arroyos de la peña, hizo correr las aguas como ríos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Deseo cada vez más que nos ayudemos a bien servir a Dios. Que su divino Espíritu nos abrace y que nuestro corazón esté lleno de ardiente caridad.
Salmo 77 IIEscucha, pueblo mío, mi enseñanza
Pero ellos volvieron a pecar contra él, y en el desierto se rebelaron contra el Altísimo: tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo una comida a su gusto; hablaron contra Dios: «¿podrá Dios preparar una mesa en el desierto? Él hirió la roca, brotó agua y desbordaron los torrentes; pero ¿podrá también darnos pan, proveer de carne a su `pueblo?» Lo oyó el Señor, y se indignó; un fuego se encendió contra Jacob, hervía su cólera contra Israel, porque no tenían fe en Dios ni confiaban en su auxilio. Pero dio orden a las altas nubes, abrió las compuertas del cielo: hizo llover sobre ellos maná, les dio un trigo celeste; y el hombre comió pan de ángeles, les mandó provisiones hasta la hartura. Hizo soplar desde el cielo el levante, y dirigió con su fuerza el viento sur; hizo llover carne como una polvareda, y volátiles como arena del par; los hizo caer en mitad del campamento, alrededor de sus tiendas. Ellos comieron y se hartaron, así satisfizo su avidez; pero, con la avidez recién saciada, con la comida aún en la boca, la ira de Dios hirvió contra ellos: mató a los más robustos, doblegó a la flor de Israel. Y, con todo, volvieron a pecar, y no dieron fe a sus milagros: entonces consumió sus días en un soplo, sus años en un momento; y, cuando los hacía morir, lo buscaban, y madrugaban para volverse hacia Dios; se acordaban de que Dios era su roca, el Dios Altísimo su redentor. Lo adulaban con sus bocas, pero sus lenguas mentían: su corazón no era sincero con él, ni eran fieles a su alianza. Él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor; acordándose de que eran de carne, un aliento fugaz que no torna.
Para mí, cuando me pongo a reflexionar, mi alma se admira, inundada de alegría, y mi admiración no puede expresarse más que por el silencio. ¡Qué hermoso día! Qué hermoso día para la Iglesia al servicio de la cual, es cierto, nos habíamos ya consagrado, pero que, sin embargo, no habíamos nunca servido con esta perfecta entrega, con esta pureza de celo, con este perfecto y completo desasimiento de nosotros mismos que hoy, más que en cualquier otro tiempo, es necesario para combatir a sus enemigos y salvar a los niños. ¡Qué hermoso día para nosotros! Todo el tiempo que el Señor nos deje sobre la tierra, debemos festejarlo. (Sermón en ocasión de los primeros votos de los misioneros, St Méen)
AntífonaEn el retiro que acabas de hacer, te habrás llenado, sin duda, de espíritu apostólico, es decir, de un celo ardiente por la santificación de estos pobres niños a los cuales Dios te envía.
Maravillas hizo en mí – María José Bravo
Maravillas hizo en mí.Mi alma canta de gozo,pues al ver mi pequeñezse detuvieron sus ojos.Y el que es santo y poderosohoy aguarda por mi sí.Mi alma canta de gozo,maravillas hizo en mí.Maravillas hizo en mí.Del alma brota mi canto.El señor me ha amadomás que a los lirios del campo.Por el Espíritu Santoél habita hoy en mí.No cese nunca mi canto,maravillas hizo en mí.
A cada intención respondemos:
Señor, que actuemos para mayor gloria tuya
-. Que nuestra entrega al servicio de los niños y jóvenes que nos encomiendas esté motivada por vos
-. Que la Familia Menesiana viva con alegría y pasión el servicio a los más pequeños
-. Que descubramos en los destinatarios de la misión tu rostro de hermano.
-. Que siempre intentemos movernos por amor a ti y los demás.
-. Que busquemos prepararnos de la mejor manera para mejor servirte
-. Que las dificultades del tiempo presente no apaguen la pasión por servirte
Señor de la misión, te damos gracias por el celo que nos inspiras para la salvación de las almas que nos son confiadas. ¡Qué sublime misión! Ojalá percibamos cada vez más su grandeza y no descuidemos nada para cumplirla bien. Por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.