Romanos 8, 12-17Salmo 67, 2. 4. 6-7. 20-21
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.Jesús, al verla, la llamó y le dijo: Mujer, estás curada de tu enfermedad, y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado.El Señor le respondió: ¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado? Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.
Jesús aparece como el hombre que vive desde la vida y al servicio de la vida. Esa es su pasión y su “fuego”. Y a eso lo llamó el “Reino de Dios”. Para el jefe de la sinagoga- para la persona “religiosa”-, lo primero es el cumplimiento de la norma; todo lo demás puede esperar. Eso es lo que se desprende de sus propias palabras: “venid esos días”. Pero eso mismo pone de relieve el estilo provocativo de Jesús. Su objetivo es mostrar la prioridad del bien de la persona por encima del cumplimiento de la ley.La trampa religiosa consiste en contraponer los supuestos “intereses” de Dios, muy queridos para el “ego”: la sensación de seguridad que aporta el hecho de creer que está cumpliendo la “voluntad de Dios”. Lo cual hace adivinar que detrás de esta proclama de cumplir y hacer cumplir, lo que esconde es el afán de sostener la propia seguridad, y en el caso de la autoridad, el propio poder. Lo que nos lleva a una terrible consecuencia, el olvido de lo único importante, el bien de la persona, que queda relegado nada menos, que en nombre de la voluntad de Dios. La contradicción no podría ser mayor: Se usa la “ley de Dios” para ir en contra de los “intereses de Dios” (El bien de las personas), es decir cuando las ideas sobre Dios hacen imposible la experiencia del Misterio. ¿Pongo el bien de la persona por encima de cualquier otro principio?
Jesús nos libera
Cuando me abren con confianza filial su pobre corazón, descubro muchas llagas y miserias; pero, alabemos a Dios, hijos míos, alabemos al Padre de las misericordias. La gracia corre enseguida como un bálsamo sobre sus llagas para curarlas, sobre sus miserias para liberarlos, ¿no es verdad hijos míos? (Apertura del retiro de los HH., S VII, 2250 – 51)
Curaremos aquellas heridas insanables,saltaremos aquellos baches insaltables,desacorazaremos las corazas de los corazones,romperemos muchos, tantos moldes;subiremos montañas tan altas e imposibles,moveremos las losas tan inamovibles,optimizaremos toda opción,optando al optimismopara levantar al que ha caído.Pegaremos aquellos platos que rompimos,limpiaremos aquellas manchas que lucimos.Ya pasará eso que pasabaque pausaba cada paso,no sabrás porqué… andarás andandocon una sola convicción:Sólo el amor todo lo puede.Sólo el amor todo lo vence.Sólo el amor todo lo aguanta.Sólo el amor todo lo sana,sólo el amor…Firmaremos tratados de paces impensables,llegaremos a metas tan inalcanzables,saldremos salerososy saltando salas sin salidas,abriendo las ventanas a la vida.Nos sacaremos de algunos quicios insolentes,nadaremos mil ríos a contracorriente.Verás videntes a invidentesy decentes a indecentescuando tantos imposibles vuelencon una sola convicción:Sólo el amor todo lo puede…Solo el amor cura lo que no cura el ibuprofeno.Sólo el amor cura lo que no cura el tiempo.Sólo el amor todo lo puede…