Hecha en nombre de todos y por todos, esta oración litúrgica es «además fuente de piedad y alimento de la oración personal» y, por tanto, medio privilegiado de encuentro con Dios.
Que todos nuestros pensamientos sean pensamientos de amor; que todos nuestros sentimientos sean sentimientos de amor hasta el momento en que nuestra alma se despida en un último suspiro de amor.
1956: Adérit-Joseph Murray 2010: Léo Martin (Hervé-Georges)