Éxodo 22, 20-26Salmo 17, 2-4.47.51ab1ª Tesalonicenses 1, 5c-10
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?Jesús le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento.El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
La liturgia de hoy nos invitará a hacer foco en lo importante y lo importante es AMAR. El texto del éxodo pondrá la mirada en las relaciones amorosas con los más débiles y de manera muy concreta, porque el amor es concreto. No amamos a la humanidad, amamos a éste o aquél, con historia, nombre y una manera de ser. El amor no vive de teorías, sino de acciones.El amor es universal, a todos, pero se expresa en el amor al singular, al cercano. Todos los necesitados tienen derecho a ser atendidos por nosotros, pero el que se presenta con rostro concreto, tiene más derecho todavía. Es el Señor quien nos da prójimos (próximos), poniéndolos en nuestro camino o uniéndonos a ellos por lazos de amor.La palabra es clara: al forastero, a la viuda y al huérfano tienes que tratarlos bien y no abusar de ellos. Estas personas eran (y lo son) consideradas las más vulneradas, desprotegidas, en el pueblo de Israel. Es un deber de humanidad cuidar de ellos.Los ejemplos son concretos: Si prestas dinero al pobre que habita contigo no serás usurero con él; si tomas el manto de alguien como prenda, devuélveselo antes de la noche, porque es su abrigo; y por último apela a la experiencia personal: recuerda que fuiste forastero en Egipto, no lo olvides.El clamor de los vulnerados, desposeídos, pobres tiene un lugar preponderante en la selección auditiva de Dios: ‘si cualquiera de ellos clama a mí, yo lo escucharé, porque soy compasivo’ (Ex 22,26) y tomará cartas en su favor. Son sus predilectos, como lo fueron de Jesús. Ojalá también sean nuestros predilectos: que veamos por sus ojos, que oigamos por sus oídos, que sintamos en su piel, que palpitemos a su ritmo, que… , que siempre le hagamos al otro lo que nos gustaría que hiciera con nosotros.El Evangelio de hoy da cuenta de la respuesta de Jesús a un grupo de fariseos, que enterados de que Jesús le había tapado la boca a los saduceos, lo interrogaron para ponerlo a prueba. La pregunta es genuina, pues la multiplicidad de leyes que se habían dado a lo largo de la historia hacía que las leyes humanas estuvieran por encima e incluso, a veces, contradijeran las leyes divinas.Jesús resume así lo esencial: lo primero es «amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser»; lo segundo es «amarás a tu prójimo como a ti mismo». De aquí «pende toda la Ley». La afirmación de Jesús es clara. El amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Ahí está el fundamento de todo. Por eso, lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en actitud de amor. No hemos de perdernos en cosas accidentales y secundarias, olvidando lo esencial. Del amor emana todo lo demás. Sin amor, todo queda desvirtuado.Al hablar del amor a Dios, Jesús no está pensando en los sentimientos o emociones que pueden brotar de nuestro corazón; tampoco está invitando a multiplicar nuestros rezos y oraciones. Amar al Señor, nuestro Dios, con todo nuestro ser es reconocer a Dios como Fuente última de nuestra existencia, despertar en nosotros una adhesión total a su voluntad y responder incondicionalmente a su amor de Padre.Pero Jesús añade un segundo mandamiento. No es posible amar a Dios y vivir de espaldas a sus hijos e hijas. Una religión que predica el amor a Dios y se olvida de sus hermanos o los ningunea es una gran mentira. La única postura realmente humana ante cualquier persona que encontramos en nuestro camino es amarla y buscar su bien, el mismo que quisiéramos para nosotros.El prójimo del Menesiano, son los niños y jóvenes. Es la parte de herencia que le ha tocado en el reparto de tesoros. Es el Señor quien nos ha unido con lazo estrecho a ellos, por vocación. Es en ellos que debemos expresar todo nuestro amor. El niño y el joven es prójimo del Menesiano por vocación y lo es en el tiempo y en la eternidad; el lazo que le une a ellos es eterno, no se romperá jamás. El mundo necesita testigos vivos que ayuden a las futuras generaciones a creer en el amor, pues no hay un futuro esperanzador para el ser humano si termina por perder la fe en el amor.
Jesús y la Ley: la educación que recibió Jesús en el hogar de Nazaret le hizo comprender que la ley está al servicio de la persona y no a la inversa. Que el primer y más grande mandamiento es el amor a Dios y al prójimo; que quien vive bajo estas coordenadas vive según el Padre. Cuando la ley oprime a otros intentará ir más allá de ella y dispensarlos. La ley está al servicio de la vida, del amor y de la sana relación entre las personas y con Dios.
El amor vive especialmente de acción, y es por eso que su divino autor le ha dado como objeto propio no la humanidad, sobre la cual ninguno de nosotros puede nada, sino el prójimo, o en otros términos, la parte de la humanidad que cada uno de nosotros debe servir. (S IX p. 2582)Y en cuanto a la caridad hacia el prójimo, los niños ¿no son nuestro prójimo más aún que los otros hombres? ¿No es sobre todo hacia ellos que estamos obligados a cumplir con toda perfección el precepto del amor, de los socorros mutuos… que Jesucristo impone a todos los cristianos? (S.VII p 2367)
Algunos son felices con lo poco que tienen,y otros no se conforman ni con medio país.Hay quienes dejan todo sólo por un sueño,y hay otros que no sueñan, y nada dejarán.Algunos viven como si la vida fuera una cacería,y otros que la disfrutan como un regalo de Diospara amar, para amar, para amar…Hay quienes son felices repartiendo sonrisas,y hay otros que no saben ni reír, ni repartir.Algunos se quejan de cuánto acontece,mientras otros agradecen tan solo por vivir.Hay quienes viven siempre calculando cómo no tener problemas,y otros transforman sus penas, en una oportunidad para amar…Los unos y los otros parecen tan distintos,pero aunque no son lo mismo,tienen mucho en común.En cada pecho vive la presencia infinita,de Aquél que nos habita,y aunque nos cueste entender,hay quienes viven siempre escapando,del Amor que nos ama,y otros cada mañana,eligen vivir para amar …