Mes de NOVIEMBRE:
Oremos por el Papa, para que en el ejercicio de su misión siga acompañando en la fe a la grey que le ha sido encomendada, con la ayuda del Espíritu Santo.
Apocalipsis 7, 2-4. 9-14Salmo 23, 1-61ª Juan 3, 1-3
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.Felices los afligidos, porque serán consolados.Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
La fiesta de todos los santos que celebramos, es una instancia propicia para traer a la memoria y pasar por el corazón, los nombres y la vida de tantos hermanos y hermanas, en los que hemos visto la santidad de Dios.La Plegaria Eucarística II nos recuerda: «Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad”. Ser santo es habernos dejado llenar de esa propiedad de Dios. El Papa Francisco nos dice: «Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada sólo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra». Esta fiesta es también una oportunidad para renovar nuestra esperanza frente al momento que vivimos. Una esperanza que es paciente pero no resignada. Una esperanza que nos renueva desde lo medular de nuestra fe en el Dios de la vida. Esa esperanza que vemos en la santidad cotidiana. Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las personas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de Iglesia militante.Esa es muchas veces “la santidad de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”. Esta vivencia peregrina que se encamina al encuentro con nuestros hermanos y hermanas santos, que hoy celebramos, y que ya comparten plenamente la vida plena con Dios. (Fray Edgardo César Quintana O.P.)
Felices los que siguen a Jesús
Sí, querido hijo, tienes razón cuando dices que tu bienestar es objeto de todos mis trabajos y de todos mis deseos; pero sobre todo no olvides, que tu dicha está en la eternidad. ¡Seamos santos, mi querido Ferdinand, seamos santos! (Al H. Ferdinand Tourtier, 01-02-1842)
Felices aquellos, los de puro corazón,los que en cada mañana te sonríen con pasióny te dicen, mirándote con gozo:«Tenga usted un día hermosomás amable, más dichoso».Felices los de limpio mirar,que no saben de envidias,los de nunca condenar,los que nunca te cargan de tristezani te enrostran tu pobreza,que conocen tu belleza.Felices los que nunca descansanen la lucha por la paz,una paz verdadera, de justicia y libertad;los que entregan su vida sin medidapor un mundo sin heridas,sean felices cada día.Felices los que buscan verdad,los que luchan por dara cada hombre dignidad;los que al miedo salvaje dan derrota,dan su sangre gota a gotay en la tierra son semilla que brota.Felices los que dicen: «hermano»con nobleza y sin doblez;los que saben que el barrose ha pegado a nuestros pies;que conocen la pena más profunda,la alegría donde abunday la entrega más fecunda.Felices los que olvidan tu errory te saben distintoy te abrazan sin rencor,porque ven que tu corazón palpita,que en tu alma siempre habitaalgún sueño que se agita.Felices los que saben sufrir juntoa tu lado en el dolory te dan una manoque te aprieta con calor;los que nunca se ríen de tu llanto,porque sólo un nuevo cantoes su alegría y su encanto.Feliceslos de gran corazón,que comparten la vida,regalando un nuevo don;Y te dan de su pany te dan de bebery a su mesa te sientany te llaman hermano.