Malaquías 1, 14b—2, 2b.8-10Salmo 130, 1-31ª Tesalonicenses 1, 5b. 2, 7b-9.13
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.Todo lo hacen para que los vean: agradan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A Nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.
En la primera lectura el profeta Malaquías pronuncia una dura sentencia contra los sacerdotes porque no siguen los caminos del Señor y hacen acepción de personas al aplicar la Ley, por eso el Señor los ha hecho despreciables y viles para todo el pueblo (Cfr. Mal 2, 9)De igual modo, claras y duras son las palabras de Nuestro Señor en este pasaje. Su estilo directo puede hacernos sentir algo «incómodos» y es que, no habrá en la historia de la humanidad hombre tan coherente como lo fue Jesús. Jesús nos advierte acerca de la hipocresía con justa razón. ¡Cuántas veces nos muestra a lo largo de los Evangelios su descontento con los hipócritas! ¡Cuántas veces nos exhorta a no ser como ellos! Y es que el Señor sabe muy bien cuánto daño hace la hipocresía en nuestras relaciones con los demás, y cuántas personas permanecen cerradas al amor de Dios porque no ven en nuestro testimonio de cristianos una coherencia entre lo que decimos y predicamos y lo que en realidad vivimos.Sin rodeos, este texto evangélico es una crítica muy seria a los expertos en religión y a los que tienen algún tipo de poder sobre las personas, cuando actúan con hipocresía. Jesús nos dirá: “hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no imiten su actuación, porque dicen una cosa y hacen otra”. Para Jesús, la hipocresía de quien tiene poder, cualquier tipo de poder, se manifiesta en estos cinco aspectos: 1) Poner cargas pesadas sobre las personas. 2) Actuar para que lo vea la gente. 3) Torcer la ley y con ello torcer la verdad. 4) Buscar ser los primeros. 5) Sentirse superior a los demás.Si quieres arrancar de raíz la hipocresía que mata el alma, no te sientas superior a nadie sino igual, no te consideres el dueño de nada sino corresponsable con los demás y, lo más importante, hazte servidor de todos en toda circunstancia, tiempo y lugar. Y verás cómo empieza a brotar tu alegría, dejando al descubierto la vida que llevas dentro.No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tantos maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz. Decía san Francisco a sus hermanos: ‘Prediquen siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras’.También nos dirá Jesús, que lo único que puede erradicar esta hipocresía es una vida de hermanos. Pero no una hermandad convencional, sino aquella que es construida a base de misericordia, de sencillez, de auténtica justicia, de cercanía y encuentro, y a base de humildad. Una hermandad que no sea para arroparme o cuidarme yo, sino para arroparnos y cuidarnos todos al abrigo del respeto, valoración y aprecio recíprocos.Este texto evangélico es un canto a la vocación a la fraternidad, una manifestación del proyecto de fraternidad que Jesús vino a instaurar en la tierra, un anuncio pre-claro de la fraternidad universal que estamos llamados a tejer desde nuestras realidades, una invitación a valorar en toda su dimensión la vocación fraterna de los religiosos y religiosas, una clara invitación a sentarnos todos a la mesa redonda del reino sin padres, porque UNO es el Padre, sin doctores porque UNO es el Doctor, el Mesías y sin maestros, porque UNO es el Maestro y todos nosotros somos hermanos y hermanas.El documento ‘Identidad y misión del religioso hermano en la Iglesia’ expresa que “La vocación del hermano es parte de la respuesta que Dios da al vacío de fraternidad que hoy hiere al mundo” (pág. 9). ¡Vaya si el vacío de fraternidad está hiriendo al mundo de hoy! Los menesianos estamos llamados, en este contexto a sabernos parte de la respuesta que Dios quiere dar. Ojalá estemos a la altura de las circunstancias y que no seamos del grupo de los hipócritas que Jesús alerta en el texto de hoy.Que los lazos que tejamos con los demás sean de fraternidad y no de paternidad; sean de hermandad y no de superioridad, sean de servicio y no de servidumbre, sean de compañeros de camino y no de guías, sean de ángeles guardianes de la inocencia de los pequeños y no de abusadores, sean lazos de liberación y no de sometimiento, sean de una educación que instruya y evangelice a todos, especialmente a los más pequeños.
Jesús y los escribas y fariseos: Les reconoce la autoridad que tienen, pero también advierte de su hipocresía. No actúen como ellos. Hagan y cumplan lo que dicen, más no se guíen por sus obras. Su incoherencia se da de bruces con lo que el Padre Dios sueña como proyecto de Reino. Jesús desnuda el proceder de los fariseos y escribas. Su pecado es la hipocresía. Actúan para el público, no para Dios. Vos, ¿para quién actúas?
En todo lo que ha pasado, lo que más me ha impresionado es la benevolencia de Dios para nuestra congregación: Si Évain se hubiera quedado en Ploërmel, la habría destruido tarde o temprano. Para que su profunda hipocresía fuese descubierta, era necesario que hiciese lo que ha hecho, y que, yéndose lejos, se imaginase estar libre de toda vigilancia y de toda dependencia” (Al H. Ambrosio, 8-10-1842. Évain había tratado de usurpar su lugar de Director General en las Antillas)
Danos un corazón grande para amar.Danos un corazón fuerte para luchar.Hombres nuevos, creadores de la historia,constructores de nueva humanidad.Hombres nuevos que viven la existenciacomo riesgo de un largo caminar.Hombres nuevos, luchando en esperanza,caminantes, sedientos de verdad.Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas,hombres libres que exigen libertad.Hombres nuevos, amando sin fronteras,por encima de razas y lugar.Hombres nuevos, al lado de los pobres,compartiendo con ellos techo y pan.